Tuzón, que aunque se crió en la Vall d’Uxo, nació en Montán (Castellón) hace 82 años, fue un empresario de prestigio. Un industrial del sector de la maquinaria agrícola y propietario del trinquete Pelayo de Valencia, que llegó al de Mestalla encabezando un grupo de consenso formado para tratar de sacar adelante una nave que iba a la deriva.
Aquella candidatura la fraguaron amigos, políticos e incluso empleados del club, con la premisa de sacar adelante un proyecto deportivo y económico. Y lo consiguieron. Durante los siete años que Tuzón estuvo al frente de la sociedad (1986-1993), aparte de que en la primera temporada rescató al equipo del pozo de la Segunda, todos los ejercicios se cerraron con superávit.
Las acuciantes deudas habían obligado al nuevo presidente a enarbolar el estandarte de la austeridad y, rodeado de un equipo con ganas de trabajar y muchas ideas (el primer consejo lo formaron Andreu, Aznar, Domingo, Marco, Moret, Orihuela, Pont… ), uno a uno fue cumpliendo los objetivos, a pesar de que los últimos años de su mandato, bajo la obligada conversión del club en sociedad anónima deportiva que él nunca compartió, se enturbiaron por las críticas de un sector de la grada que entonó aquello de “Arturo, suelta los duros” como respaldo a la oposición del consejero Francisco Roig, que tenía otros aires de grandeza.
Sin embargo, bajo el mandato de Arturo Tuzón se fomentó el trabajo de la cantera con la presencia de jugadores como Giner, Voro, Camarasa, Quique, Arroyo, Revert, Fenoll, Mendieta y los ya consolidados Sempere, Arias, Subirats y Fernando, y además en su haber aparecen los fichajes de futbolistas del nivel de Ochotorena, Eloy Olaya, Mijatovic, Penev…
Esta noche Mestalla tiene una obligación. La condolencia para doña Natividad y para sus hijos Arturo, Vicente y María Dolores y el respetuoso recuerdo a un señor presidente del Valencia; a un presidente señor.
(Publicado en la página web de Las Provincias, el 22 de octubre de 2010)
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