Tal vez estén en lo cierto y sea de justicia que el Barcelona se haya llevado el título para desencanto del Real Madrid, y que Xerez, Tenerife y Valladolid deban de purgar sus pecados una temporada en el infierno de la Segunda. Es lo que hay. Pero más que utilizar el término 'justo', utilizaría el de 'ajustado'. Porque el final ha sido apretadísimo. Pocas veces se alcanza un final de campaña con todo tan en el aire.
Precisamente por esa igualdad en este ejercicio, como ha ocurrido en otras ocasiones, me resisto a comulgar con el criterio puro de la objetividad. En eso de los puntos. Tantos tienes, tanto vales. Es la realidad, ya lo sé, no hay vuelta de hoja ni pretendo ser un Quijote. Ha sido una Liga interesantísima hasta el final.
Pero no me gusta lo que he visto en las últimas jornadas, y en esta exposición no me aferro a lo de los maletines, que cuando se aproxima el momento de bajar el telón, van, han ido y seguirán yendo de la mano del campeonato.
Me refiero a cuestiones más concretas, como por ejemplo la falta de... deportividad del presidente de Cantabria, porque para que el Racing mantuviera la categoría, no sé si llegó a prometer anchoas a todos los sportinguistas que acudieron a Santander, pero después de escuchar su manifiesto, no me extrañaría.
Ni me gusta lo del dirigente ni escuchar en Mestalla a n grupo de ¿aficionados? que canten al Tenerife lo de '¡A Segunda, a Segunda!'. Como dice la canción, llamenme iluso. Pero para mí el deporte es otra cosa. En una Liga tan interesante y ajustada, todo eso está de sobra. No me parece justo.
96. (Las Provincias, 17 de mayo de 2010)
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