Sin Cissokho
ni Mathieu, esa sería opción de quien piensa en la cantera, porque además lo ha
llevado varias veces convocado. Sin embargo ya sabemos que los entrenadores
viven de los resultados inmediatos, que son los que les proporcionan
continuidad, y muchas veces prefieren apostar por futbolistas de mayor
experiencia, a pesar de que eso conlleve, por ejemplo, reconvertir a un extremo
antes que ofrecer la definitiva confianza a un chaval de 17 años, al que
probablemente aún le falta... continuidad para hacerse.
El asunto de
las canteras entraña controversia desde hace años. El debate arranca desde
mediados de los noventa, cuando el Tribunal Europeo de Justicia dio la razón
aquél mediocre jugador belga llamado Jean Marc Bosman, y la sentencia, conocida
como Ley Bosman, permitió la libre circulación comunitarios, con lo que los
muchos equipos pensaron más en la inmediatez de los fichajes que en la
inversión y rentabilidad que suponía formar a los propios futbolistas.
En el
Valencia no se puede hablar de Soldados y Albeldas. El club ha regado poco su
vivero. Hace tiempo que no da frutos y los que ha dado los han aprovechado
otros. A pesar de que en este asunto es muy fácil traspasar la línea que separa
la realidad deportiva de un canterano y pisar terreno demagógico, se trata de
una cuestión de pura economía doméstica. Que mañana juegue o no Gayà, es
circunstancial. Pero convendría tener presente que cuando es necesario
apretarse el cinturón, resulta más indicado aprovechar lo que hay en la
despensa que salir a comer a un restaurante.
471 (Publicado en Las Provincia, el 16 de noviembre de 2012)
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