Seguro que los valencianistas se encomendarían al espíritu de la Navidad al recibir a 2012, y por todo lo que nos dicen de malo que va a traer el año nuevo, al comer las uvas tratarían de ahuyentar la mala fortuna. Con el primer grano mirarían con optimismo el futuro inmediato para soñar con algo más que el tercer puesto, que por lo que se ve ya parece garantizado.
Segunda uva: Un título, porque la ilusión no la quita nadie cuando se disputa la Copa y la Europa League.
Tercera campanada: El pensamiento iría para que el nuevo campo de Mestalla sea pronto una realidad.
La cuarta llevaría a reclamar la máxima estabilidad social y la unión del vestuario, porque la fuerza del lobo está en la manada.
La mano rígida de Unai sería el deseo con la quinta uva y su acierto en las decisiones deportivas con la sexta. Una mirada hacia la cantera estaría en la siguiente, y en la octava, que el lateral derecho no se volviera a dormir nunca más.
Novena campana: Soldado, selección.
Décima: Ausencia de lesiones.
La máxima transparencia en las operaciones del club aparecería con la undécima uva.
Y con la última, volver a pensar en un título y afrontar lo que se avecina con una amplia sonrisa para desentonar de los aburridos.
344 (Publicado en Las Provincias, 2 de enero de 2012)
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