La lectura del planteamiento es totalmente económica. Está claro que no se ha encontrado lo que se busca (bueno, bonito y barato) y que además no hay cacahuetes para expedir el pasaporte a quienes lo están pidiendo a gritos, en unos casos de palabra, en otros con sus obras, desde hace tiempo.
La postura de Braulio Vázquez es lógica. Ya se ha gastado cerca de 33 millones y ahora que la caja se queda tiritando por el aguinaldo a Javier Gómez, pues como que no es el momento. Aparte de que no encuentra el vellocino de oro, antes de pensar en reponer existencias primero tendría que abrir la puerta y dejar correr el aire fresco. Vamos, lo que deberían haber hecho anteriores rectores con lo del campo nuevo: vender las parcelas antes de empezar a amasar el cemento.
Unai tampoco puede decir mucho más de lo que ha dicho, aunque en el fondo seguro que le agradaría que por lo menos se fuera un central y le trajeran otro. La verdad es que no sé para qué, porque como sabe que su continuidad, si es que continúa, depende de los resultados, nunca ha sido dado a las rotaciones, y menos a mirar hacia la cantera.
Por eso, a los refuerzos de invierno les llamaremos refuerzos de invierno, al sol le llamaremos Lorenzo y a la Luna, Catalina.
343 (Publicado en Las Provincias, el 30 de diciembre de 2011)
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