-Papá, ahora que aún estamos de vacaciones, ¿podemos ir a ver cómo se entrenan los futbolistas?
-No, hijo, hoy no es posible porque trabajan a puerta cerrada.
Pasa aquí y pasa allí. No es una cuestión exclusiva de nadie. Ni de José Mourinho ni de Unai Emery ni de Pep Guardiola. Lo de echar el pestillo para ejercitarse se ha convertido en un hábito en Madrid, Valencia o Barcelona. Una práctica que se repite con demasiada frecuencia, para lamento de los aficionados que, sobre todo en estas fechas, disponen de más tiempo libre para llevar a los chavales hasta los lugares de preparación de los equipos a los que a lo largo de la temporada animarán desde la grada, evidentemente después de haberse fotografiado en la taquilla.
-No sólo es cuestión de preparar las jugadas de estrategia. Es que los futbolistas muchas veces necesitan trabajar sin ninguna presión.
Esa es una de las muchas frases que se han escuchado para justificar que determinado equipo realice el entrenamiento en privado, sin público.
-¿Tan estresados están los futbolistas, papá?
El hombre, que no tiene claro si cuando llegue el otoño tendrá que hacer cola en el INEM, mira al chaval, respira hondo sin saber qué contestarle y guarda silencio. Un silencio que también habla.
139. (Las Provincias, 25 de agosto de 2010)
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