Se podrá decir que es anecdótico y circunstancial o de nostálgicos, pero volver a ver a David Albelda con el brazalete de la Senyera en el brazo izquierdo fue, cuanto menos, extraño. Aunque la imagen en el partido de Hannover resultó testimonial, ya que en el momento en que Navarro le cedió el distintivo el once estaba plagado de canteranos o jugadores con escasa personalidad en el equipo, a muchos les hizo echar la vista atrás. Son quienes no olvidan que Albelda fue el gran capitán durante la mejor temporada de la historia del Valencia; la del doblete que junto a los éxitos pretéritos en 2004 le permitió ser elegido por la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS) como «mejor equipo del mundo».
Hace ya casi tres años que Albelda renunció a los galones que había lucido desde que en el verano de 2002, durante la pretemporada en Nion, Rafa Benítez determinó que el centrocampista de La Pobla asumiera un rol que hasta entonces había desempeñado Cañizares.
Albelda fue el gran capitán del Valencia de esos años y llevó la escarapela hasta diciembre de 2007, momento en que el entonces entrenador, Ronald Koeman, tomó la decisión de apartarlo del equipo. Cuando el club se deshizo del técnico holandés y volvió la normalidad, el valenciano rechazó la posibilidad de recuperar la graduación para evitar cualquier tipo de polémica.
Ver a Albelda con el brazalete fue agradable por los recuerdos que trae, aunque el mantenga la renuncia al cargo. Hace un par de días mi amigo y compañero Pedro Campos escribió en su columna que el candil que alumbra la etapa de los mejores éxitos se ha quedado a dos velas, porque sólo aparecen Albelda y Vicente.
A pesar de que siempre es agradable recordar momentos de gloria, el rendimiento es lo que vale en el fútbol. David lleva años en esto y lo sabe muy bien. Su contrato termina en junio y los galones de la renovación pasan por lo que ofrezca a lo largo de la temporada que empezará dentro de cuatro semanas. Ahí es donde hay que ver al gran capitán.
Hace ya casi tres años que Albelda renunció a los galones que había lucido desde que en el verano de 2002, durante la pretemporada en Nion, Rafa Benítez determinó que el centrocampista de La Pobla asumiera un rol que hasta entonces había desempeñado Cañizares.
Albelda fue el gran capitán del Valencia de esos años y llevó la escarapela hasta diciembre de 2007, momento en que el entonces entrenador, Ronald Koeman, tomó la decisión de apartarlo del equipo. Cuando el club se deshizo del técnico holandés y volvió la normalidad, el valenciano rechazó la posibilidad de recuperar la graduación para evitar cualquier tipo de polémica.
Ver a Albelda con el brazalete fue agradable por los recuerdos que trae, aunque el mantenga la renuncia al cargo. Hace un par de días mi amigo y compañero Pedro Campos escribió en su columna que el candil que alumbra la etapa de los mejores éxitos se ha quedado a dos velas, porque sólo aparecen Albelda y Vicente.
A pesar de que siempre es agradable recordar momentos de gloria, el rendimiento es lo que vale en el fútbol. David lleva años en esto y lo sabe muy bien. Su contrato termina en junio y los galones de la renovación pasan por lo que ofrezca a lo largo de la temporada que empezará dentro de cuatro semanas. Ahí es donde hay que ver al gran capitán.
129. (Las Provincias, 2 de agosto de 2010)
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