Y me ocurre lo mismo con la situación del Valencia y sus perseguidores en la lucha por la tercera plaza, aunque en este caso sucede al revés. Esto está lleno de 'rappeles' y 'aramises' y para muchos parece que la derrota de ayer en Mallorca haya apeado a los blanquinegros de la Champions. Como si ya hubieran perdido el tren continental, cuando la realidad dice que el equipo mantiene cinco puntos de ventaja sobre el rival que le precede.
Es evidente que una victoria en terreno balear hubiera supuesto más fuelle en el colchón de puntos. Pero el no haberlo hecho no debe de representar más motivo que analizar detenidamente todos los errores que cometió el equipo, la falta de intensidad, el porqué de una nueva lesión muscular y la actitud impropia de Banega cuando su entrenador decidió reemplazarlo, aunque el futbolista luego admitió su error y pidió disculpas.
Si la imagen de Ever deja en mal lugar la autoridad en el vestuario y la dolencia de Maduro, que pondremos en cuarentena, vuelve a disparar las críticas sobre el elevado número de lesiones musculares, no es menos inquietante la imagen que transmitió el equipo, especialmente en la primera parte. Cuando se reciben tres goles y quien más elogios recibe es tu portero... ¿Se dan una idea de lo que debe de haber pasado en ese partido?
El 3-2 engaña a más no poder. El Valencia pudo volverse a la península con media docena bajo el brazo. Y sí, intentó reaccionar y maquilló el resultado, pero se desperezó muy tarde, demasiado tarde, aunque sigue tercero en la lucha por la Champions. ¡De momento aún debemos de mirar la botella medio llena!
81. (Las Provincias, 12 de abril de 2010)
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