Cuando por
culpa de las selecciones se paraliza la Liga, pasa lo que pasa porque los
domingos sin fútbol parecen menos domingo. Pero el personal busca la
distracción enseguida con otros asuntos. Y este finde, más que la carrera de
Alonso, lo del chivato que dicen que hay en el vestuario del Bernabéu, el
comunicado de Casillas o la preparación del España-Francia de mañana, el salto
estratosférico de Felix Baumgartner ha sido centro de atención de todos los
corrillos. El austriaco acaparó mayor interés, incluso, que esos que se las dan
de haber leído y releído a Mo Yan mucho antes de que alguien siquiera pensara
en que era merecedor del Nobel de Literatura.
-Pero en
original, ¿eh?, porque con las traducciones se pierde mucho.
Don Miguel
de Unamuno decía que el humor es algo del cuerpo, más patológico que
fisiológico. Y como cuando hay crisis económica las caídas libres dan para
entrar en chanzas, del tal Felix se
habían hecho más chistes que en otros tiempos los hubo de Moran o de los
ciudadanos de Lepe. Pero con su salto imposible ha acabado convertido en el héroe de la semana. Con su
acrobacia Incluso ha desplazado del primer plano a esos que hacen piruetas con
los asuntos de las fronteras y las lecciones de historia, que ya se sabe que a
río revuelto, ganancia de independentistas.
-Oye papá,
aunque ese señor Mas consiga la separación que pretende, en Barbastro
seguiremos sin tener mar, ¿verdad?
Es que hay
saltos y hay cabriolas. Hay quien salta con criterio y quien se tira y
estrella. Ayer LAS PROVINCIAS ofreció un espléndido reportaje sobre la caída
libre que en el último decenio ha situado al Valencia en estribo que le separa
del abismo económico. Lo que va desde aquel brinco imposible de Juan Soler, que
utilizó ínfulas y se olvido el paracaídas. Un salto más consentido que con
sentido.
458 (Publicado en Las Provincias el 15 de octubre de 2012)
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