Hay
diferentes formas de disfrazar la realidad, cosa que unos hacen por ignorancia
y otros, dicen, por evitarnos sufrimientos. En economía estos días han empezado
a hablarnos de un rescate virtual y, como ocurre con la palabra democracia, en
cuanto le añades un adjetivo la cosa chirría. Rescate es rescate y lo virtual
lo entendemos como algo con existencia aparente, pero no real.
En el fútbol
también se utilizan esos dos términos, pero invirtiendo el orden. Se habla de
un virtual rescate. Y aquí lo virtual es algo tácito. Es lo que dicen que va a
ocurrir con el regreso de Éver Banega, tras ocho meses alejado de la
competición. Los aficionados del Valencia le esperan como agua de mayo y
probablemente eso no sea más que una manera de meterle presión, cosa que cuando
esté en perfecto estado de forma tampoco le vendría mal. Pero ahora mismo, no.
Los más
forofos ya imaginan al argentino organizando el juego como titular que, digo
yo, es mucho imaginar porque lo de recuperar el ritmo de la competición no suele resultar sencillo cuando se ha estado
apartado tanto tiempo. Sin embargo, es tal la angustia que los valencianistas
se agarran a lo que sea con la esperanza de que cambie el panorama. Y a esos
impacientes habría que recordarles que sí, que el Valencia está a dos puntos de
los puestos de descenso, pero si miran hacia arriba no le separan más que
cuatro de los lugares de Champions. La Liga hoy por hoy es un pañuelo.
460 (Publicado en Las Provincias, el 19 de octubre de 2012)
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