Con todas las cartas boca arriba, ha llegado el momento de la reflexión para adecuarse a las circunstancias y planificar el futuro con el objetivo de llegar en la mejor forma a la próxima carrera de obstáculos, que comenzará en apenas tres meses.
El Valencia empieza hoy a mirar hacia adelante y en su reflexión no debería de olvidarse del pasado reciente, de la tercera plaza que ha vuelto a conseguir, de lo que ha sido un éxito, y de la forma en que lo ha obtenido.
Hace un año la Liga terminó con un mano a mano entre Barça y Madrid y algunos especialistas advirtieron de que nos encontrábamos ante el principio del fin. No iban desencaminados. Esta vez ha sido menos apretado, pero se ha repetido la historia. Los dos por delante, después la otra Liga que ha ganado el Valencia, y más abajo un grupo en lucha por la permanencia.
En ocasiones se confunde triunfo con éxito. Es evidente que la victoria y el trofeo es para el que llega primero. Pero la competición está marcada por la enorme diferencia de presupuestos y aparecen otros tipos de recompensas.
En la ascensión a la cima cada cuál debe de ir a su ritmo. Si cambia de piñón para tratar de seguir la estela del rival, está perdido. Se puede endeudar y hundir. Por eso la capacidad para conseguir lo máximo posible con el potencial del que se dispone, también debe calificarse como un éxito. Y en esa prueba el Valencia ha ganado la carrera.
El Valencia empieza hoy a mirar hacia adelante y en su reflexión no debería de olvidarse del pasado reciente, de la tercera plaza que ha vuelto a conseguir, de lo que ha sido un éxito, y de la forma en que lo ha obtenido.
Hace un año la Liga terminó con un mano a mano entre Barça y Madrid y algunos especialistas advirtieron de que nos encontrábamos ante el principio del fin. No iban desencaminados. Esta vez ha sido menos apretado, pero se ha repetido la historia. Los dos por delante, después la otra Liga que ha ganado el Valencia, y más abajo un grupo en lucha por la permanencia.
En ocasiones se confunde triunfo con éxito. Es evidente que la victoria y el trofeo es para el que llega primero. Pero la competición está marcada por la enorme diferencia de presupuestos y aparecen otros tipos de recompensas.
En la ascensión a la cima cada cuál debe de ir a su ritmo. Si cambia de piñón para tratar de seguir la estela del rival, está perdido. Se puede endeudar y hundir. Por eso la capacidad para conseguir lo máximo posible con el potencial del que se dispone, también debe calificarse como un éxito. Y en esa prueba el Valencia ha ganado la carrera.
249 (Publicado en Las Provincias, 23 de mayo de 2011)
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