Aquí todo eso de los balones áureos nos toca un poco de soslayo. El asunto que en Mestalla preocupa de verdad es otro muy distinto, aunque la situación resulta propia de diván del psicólogo, porque a pesar tanto 'destarifo' el equipo aparece en cuarta posición, a dos puntos del tercero y con ventaja de tres y siete puntos, respectivamente, sobre sus dos inmediatos perseguidores.
Pero. eso es otra historia, como decía el simpático Moustache de 'Irma la Dulce'. Con toda la que le está cayendo a Unai (y Manolo que no le abre el paraguas), es como para mirar hacia otro lado. O a lo mejor, sí. Al entrenador del Valencia sólo le faltaba la del 'Chori' Domínguez.
Realmente más que la del argentino hay que decir la suya propia. Sorprende que, en la vorágine del tramo final de un intenso partido, un jugador al que el entrenador ordena que se prepare para salir al campo le diga al técnico qué es lo que debería hacer y éste, que está arropado por su segundo y un preparador físico, acepte la puntualización del futbolista y cambie de opinión. ¿Eso de que el Chori sale de una lesión y que sin calentar lo suficiente entraña un considerable peligro de recaída ha de desvelarlo el futbolista?
Si la autoridad de Unai se viene cuestionando desde hace bastante tiempo, ahora él solito va y se aprieta el nudo. No es bueno lo que está pasando en el Valencia. El equipo está ahí, pero el crédito del técnico está tocado. Ha quedado demasiadas veces en entredicho. Y los silencios de Manolo también.
196. (Publicado en Las Provincias, el 12 de enero de 2011)
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