28/1/11

El cuento de la cantera

Aparecen y desaparecen. Pero no como el Guadiana, que a lo largo de su curso se mete varias veces bajo tierra y vuelve a salir. En este caso es distinto. En los últimos años la cantera del Valencia está yerma. Y esto no viene a cuento porque el fichaje del brasileño Jonas Gonçalves pueda cerrar (aunque lo hace) las puertas de Alcácer o Isco. Contratar por 1,2 millones de euros a un goleador es una operación que se debe valorar. Pero eso no quita para recordar que cuando el club ha estado económicamente con agua al cuello, la cantera ha sido una tabla de salvación.
En las últimas horas se han incrementado de forma considerable las entradas de YouTube para visionar los vídeos del futbolista brasileño del Porto Alegre. Para algunos, que sólo habíamos oído hablar del bíblico Jonás, se trata de un desconocido, mientras que ciertos 'maldinis' desvelan de pe a pa todas sus cualidades.
En el fútbol actual no es fácil encontrar una ganga y por lo que se ve el Valencia ha dado en la diana. Pero a lo que íbamos. ¿Qué va a pasar con esos futbolistas del filial que aparecen y desaparecen? ¿Esos que juegan dos partidos o luego ya no rascan bola? Vuelvo al inicio. A los Isco y Alcácer.
¿Acaso como no van a tener opciones en el primer equipo la dirección deportiva se ha planteado una cesión a un club de superior categoría para que completen su formación?
No estaría mal, aunque mucho me temo que eso es pedir demasiado, porque lo de la cantera es un cuento, y no precisamente de los de Perrault. Llevamos diez años de farsas.
Desde que en octubre de 2001 Rafa Benítez hizo debutar al porteño David Navarro en el primer equipo, ningún canterano ha accedido directamente del filial. ¡Diez años! Eso sí, la lista de chavales para completar una pretemporada o una convocatoria que han disfrutado de algunos minutos o, en el mejor de los casos, de un par de partidos, es larga. Tan larga como estéril, porque luego de enseñarles el pastel, se permitió que se desvanecieran como el humo en el aire.
203. (Publicado en Las Provincias, 28 de enero de 2011)

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