El equipo lo pide a gritos. La semana se cerró con el segundo derbi autonómico consecutivo y en este partido se vio una vez más que falta ese personaje imprescindible en un equipo con enjundia. Afortunadamente para Unai y sus muchachos, el triunfo ante el Levante supone más que una dosis de penicilina. El Valencia necesitaba ganar como único bálsamo para que dejara sangrar la herida copera de Vila-real, y lo hizo. Pero la victoria no diluye que el grupo vaga como alma en pena en demasiadas ocasiones, necesita un buen guión y un actor principal para interpretarlo.
En Orriols se repitieron historias de nunca acabar. Por un lado la de los planteamientos. El Levante puso las ideas y luego el Valencia tiró de oficio y dominó el tramo final, cuando Luis García mandó los suyos a por todas. Por otro lado aparece la cuestión arbitral, con independencia de que el gol de Mata, después de ver la jugada repetidamente en dos tomas diferentes, me parece legal porque el valencianista arranca en línea, habilitado por Cerra. Pero eso no quita que los 89 minutos restantes dan para muchos errores y Clos Gómez es uno de esos árbitros capaz acumularlos. Además, llueve sobre mojado (el 2-1 al Espanyol y el claro penalti escamoteado al Levante en el Camp Nou). Hay un grave problema con los árbitros. Como a los que mandan no les hagan un decreto anti-Porta, esto no tiene arreglo. Por lo menos ellos no saben ponerlo.
195. (Publicado en Las Provincias, el 10 de enero de 2011)
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