El Valencia no podía empezar mejor en un escenario que muchos calificaban de infierno pero que finalmente no lo fue ni de lejos. Los jugadores que dirige Unai no lo permitieron. Se mostraron superiores a un rival timorato de inicio, que sólo inquietó cuando trató de aprovechar algún error no forzado, y algo más en la segunda parte, en el momento en que el técnico local realizó dos cambios para alegrar un ataque desdibujado. Pero el Valencia fue letal.
Brillante inicio, porque si contabilizamos esta victoria junto a los resultados de la Liga, el Valencia, que durante la pretemporada ofreció más sombras que luces, en tres partidos acumula ocho goles a favor por sólo uno en contra. Además Unai, más maduro en su cometido, está demostrando que ha mejorado en su gestión del grupo respecto a las rotaciones. Parece que eso de ser un entrenador que se definía por un once y cinco jugadores más ya es historia. Además, ahí están las reivindicaciones de Tino Costa, Pablo, Aduriz y Soldado, recuperado de la lesión que padecía. Miel sobre hojuelas.
El Valencia ganó, ganó bien, aparte de que sus rivales, Manchester United y Glasgow Rangers, no pasaron del empate. Mejor. Pero con todos los pronunciamientos favorables, enseguida hay que advertir que esto no ha hecho más que empezar; que queda todo un mundo por delante como para sacar conclusiones que puedan resultar precipitadas.
La confianza es una perfecta compañera de viaje, pero sin olvidar nunca que se trata de un cristal muy frágil. Es una hipótesis sobre la conducta que cuesta mucho trabajo adquirir, pero que se puede perder en un santiamén. Y sería una pena. «Piano, piano...»
148. (Las Provincias, 15 de septiembre de 2010)
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