6/9/10

El reto de Emery

Empieza la cuenta atrás y hay que estar perfectamente pertrechado porque, bolo en El Collao aparte, el próximo fin de semana comienza una larga travesía, como en años anteriores. Un partido cada tres días. Concretamente siete, en veintidós, lo que supone un esfuerzo extra y a la vez un buen termómetro para que en apenas un mes se hable con mayor propiedad lo puede ofrecer este Valencia.
El equipo ha mostrado buenas hechuras en el arranque y Unai Emery afronta esta tercera temporada con una plantilla que está hecha a su medida. Un bloque confeccionado con los patrones y que él fue diseñando al alimón con Fernando Gómez, primero, y con Braulio Vázquez, más tarde.
Unai quiere convencer con su talante en el nuevo reto de llevar al equipo al mismo escalón que en el ejercicio anterior. Pretende callar a los que siguen dudando. De entrada Manuel Llorente, que en ocasiones no se sabe si va o si viene, le dio confianza que deberá mantener aunque afloren los nervios. En esto de los nervios, el técnico vasco ha sabido modularlos y no picó el anzuelo de Mourinho al responder a lo de los sistemas y de si juega tal o cual jugador. El portugués es avispado para distraer la atención y mantener aislados a los suyos, pero el entrenador del Valencia eludió el capote.
Unai trata de demostrar que sabe lo que se lleva entre manos, que conoce bien la responsabilidad que entraña el cargo y está dispuesto a gestionarlo sin necesidad de encomendarse a la Virgen de Guadalupe, patrona de su Hondarribia natal. Bueno, a lo mejor a lo largo de la temporada ha de hacerlo para que las lesiones no vuelvan a cebarse con el equipo, como ocurrió el año anterior y el otro.
Las rotaciones van a ser necesarias... siempre que no se ponga en riesgo el resultado. Para el entrenador es vital que todos los jugadores estén en perfectas condiciones y por eso no oculta las ganas de ver la continuidad de Vicente, de Mathieu, de Fernandes, del Chori, y de que la solidez de la rodilla de Ricardo Costa desvanezca el mínimo atisbo de sospecha.
144. (Las Provincias, 6 de septiembre de 2010)

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