El error ha estado en la vara de medir. Una cosa es decir que Nadal es el tenista español más grande todos los tiempos. Sin duda. Todos estamos de acuerdo. Con su juventud ha hecho más que historia al completar el Gran Slam. Chapeau y enhorabuena al consistorio de Manacor, que modificará su reglamento de concesión de honores para poderlo nombrar en vida hijo predilecto de la ciudad. Rafa es un fuera de serie.
Pero lo otro no tiene sentido. Aquí somos muy dados a las palmaditas en la espalda, y para echarle flores a uno importa poco ignorar a los demás. Que se sepa, el tenista español no ha competido con Alonso ni con Indurain ni con Edurne Pasabán... ¿Acaso se pueden comparar los turbocompresores de un monoplaza con las fibras de carbono de una raqueta? ¿El golpe liftado supera a un putt? ¿O la ascensión de catorce ochomiles es mejor que el dominio consecutivo en cinco Tours, dos oiros , un Mundial? ¿Cómo se calcula?
De la forma en que se determinó en 2004 que el Valencia era el mejor equipo del mundo. Con un criterio objetivo. Sin mezclar churras con merinas. La Federación Internacional de Historia y Estadísticas del Fútbol fundamentó su criterio como lo ha hecho siempre y sigue haciéndolo. Recopiló, estudió y analizó todos los datos relacionados con las competiciones de fútbol, contrastó los resultados de unos y otros, y todo ello determinó que los éxitos en la Liga, la UEFA Cup y la Supercopa de Europa elevaran al equipo de Mestalla a la cima, por delante del Manchester United, que por cierto ahora es el inmediato rival en la Champions. Pero eso es otra historia...
149. (Las Provincias, 17 de septiembre de 2010)
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