No es necesario acudir a la consulta de sociólogos e historiadores para comprender por qué mañana Mestalla estará a rebosar, con la afición volcada, arropando al equipo como probablemente no ha hecho desde hace bastante tiempo. La posibilidad de que el Valencia alcance una final europea, aunque sea la de un torneo descafeinado después del adiós a la Champions, supone una satisfacción. Es un motivo suficiente aunque, no nos engañemos, otra razón de peso, y más en los tiempos que corren, es que los socios no hayan de rascarse el bolsillo. Mestalla estará a tope.
Aunque el Atlético llega a Valencia con una considerable ventaja en el marcador, es tanta la ilusión de los seguidores valencianistas que ya han borrado de su disco duro la decepcionante imagen de su equipo en el Manzanares, y se centran en que la diferencia de dos goles es razonablemente superable. Ya se ven subiéndose al tren que conduce a Bucarest.
A pesar de que hasta ahora el Valencia no les ha dado motivos, sus aficionados tienen licencia para soñar. Pero seguro que pocos establecerán como referencia la goleada del domingo al Betis. La confianza la da, casi en exclusiva, el tanto que Ricardo Costa hizo en Madrid, en el último suspiro del encuentro de ida. Eso, y que los de Unai, aparte de ser tan imprevisibles como el rival (un día sacan sobresaliente y al otro suspenden), en las grandes ocasiones suelen ofrecer su mejor imagen. Y mañana el Valencia, ante su público, ha de sacar muy buena nota.
Sin embargo todos deberían tener muy claro que para conseguir el objetivo el equipo ha de jugar con mucha cabeza y, a la vez, mostrarse totalmente opuesto del que viajó al Manzanares, unos días antes a Cornellá y, dejemonos de quimeras, también diferente del que goleó al Betis, que resultó ser un enemigo bastante blandito. Los rojiblancos no vienen para dar un paseo. Nadie dice que sea fácil marcarles dos goles y no encajar ninguno. Para que llegue eso, Mestalla, con licencia para soñar, va a exigir que el equipo de la cara.
389 (Publicado en Las Provincias, el 25 de abril de 2012)
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