Anoche hacía frío en Valencia y parece que el equipo y su afición se contagiaron. Sólo lo aguantaron cincuenta o sesenta minutos, porque después de un primer tiempo destacado, con golazo de Soldado, y una continuación con inicio fulgurante, el aviso de Raúl al que respondió Guaita con una espléndida mano marcó un antes y un después.
Inicialmente Unai volvió a prescindir de las bandas (al menos en cuanto a características naturales de los futbolistas) y el Valencia no sólo gustó por la intensidad con la que se emplearon los jugadores, sino que además supo adelantarse en el marcador. Lo del rombo va a quedar en anécdota, porque lo que vale es lo que hace el equipo. Y el equipo en el primer tiempo hizo bien los deberes.
Pero los partidos duran 90 minutos y la brillantez del grupo en ataque, con los tres argentinos inspirados, acabó por diluirse y como no encontró continuidad y el mayor de los pecados es que sufre lo indecible cuando ha de defender, pues dio alas a los alemanes, que tienen un cazador delante, Raúl, que perdona muy pocas veces.
No nada decidido, pero... Esto es como en el caso de Contador con el asunto del dopaje. Competición le ha dado confianza, pero falta ver qué dirá la UCI o la Agencia Mundial Antidopaje. Habrá que esperar, pues, a la segunda parte para ver de qué es capaz el Valencia en Alemania. Y como no queremos perder el optimismo, vamos a acordarnos de Bremen, de hace un año. Hay que cogerse a algo. Y si no, a la Liga.
211. (Publicado en Las Povincias, 16 de febrero de 2011)
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