Otro título por los servicios prestados o realizados es el del Marquesado Liguero, al que cada vez se acerca más Pep Guardiola, porque su equipo está que se sale. El entrenador del Barça ya ha entrado en la nobleza del deporte, mientras que el Real Madrid, su vasallo, aprieta el paso para tratar de recortar las diferencias. Pero los de Mourinho parecen condenados a la segunda plaza porque el rival, que semana tras semana destroza todo tipo de registros, no afloja.
Entre tanto el Valencia no opta a ningún título, a no ser que un exagerado optimismo haga que alguien se ponga a soñar con la Champions. Pero bueno, el equipo está en octavos del torneo continental y además en la Liga los resultados le acompañan para afianzarse en la zona noble. Anoche ganó 2-0 al Hércules y con ese marcador se ha acercado a un punto del Villarreal, el tercero en la tabla, al que el Levante hizo perder comba.
Resultado aparte, el juego del Valencia sigue sin convencer. No engancha. No hay un guión para optar al Oscar ni al Grammy. Las sorpresas que ofrece Unai (¿variantes?) provocan demasiados desconciertos. El Valencia gana, sí, pero el argumento hay que buscarlo en la calidad individual y en los errores no forzados. Jugando de este modo nadie puede soñar con un marquesado europeo. El único título sería de conde, de Condemor, de pecador de la pradera. ¡Hasta luego, Lucas!
207. (Publicado en Las Provincias, 7 de febrero de 2011)
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