Unai debería visitar las tiendas especializadas en colchas y fundas nórdicas. La manta que usa el equipo sigue sin dar para cubrir las necesidades básicas. Aunque le abriga bastante más que a otros clubes la toquilla de lana que utilizan, no quita para darse cuenta de que cuando se estira para tratar de taparse hasta el cuello se le enfrían los pies, y viceversa.
Al acabar el soporífero partido con el Sporting de Gijón, Unai admitió la falta de frescura del Valencia, la deficiencia en la circulación del balón y la ausencia de claridad en el uno contra uno. Podría haberse acogido a los números que avalan su trabajo, pero es lógico lo de darse unos golpecitos en el pecho después de rozar el ridículo.
Mientras en la sala de prensa él trataba de justificar lo injustificable, los operarios de Mestalla desmontaron las porterías (para cuidar mejor el césped) y las bromas no se hicieron esperar. ¡Podrían haberlas retirado antes. Para lo que servían! Un dato: el primer y único tiro del Valencia entre los tres palos se produjo a unos minutos del final del partido. Y eso, amigo, a pesar de los números positivos, es para hacérselo ver.
Lo de los diez partidos invicto ya no es suficiente para contrarrestar las reiteradas censuras que recibe el equipo, porque una semana más se repite el juego zafio y vulgar. Y lo de que los otros están peor es el consuelo de los tontos.
Cada palo debe aguantar su vela, sí, y hay muchos errores individuales, de los que no tiene culpa el entrenador. Pero una semana más el equipo sigue sin mostrar identidad ni credenciales. El Valencia está convertido en una especie de sin papeles. En un equipo sin brújula. De paso que busca el edredón, a lo mejor en las ofertas también puede encontrar una bitácora.
213 (Publicado en Las Provincias, 21 de febrero de 2011)
No hay comentarios:
Publicar un comentario