¡Hala! Ya está dicho. A unas horas del decisivo partido de Champions, ese es el mejor mensaje que se puede lanzar a los futbolistas y al técnico para desterrar sombras y para que todos recuperen cuanto antes la claridad que mostraron al inicio del campeonato, cuando parecía que el Valencia utilizaba gasolina de avión.
Y hasta aquí, lo que el jugador y el entrenador pueden leer. Lo que viene a continuación han de evitarlo. Si quieren echarle un vistazo, que sea a partir de mañana. Hoy no, porque ahora vamos a hablar de defectos y eso a lo mejor no ayuda a mejorar, aunque Unai airee la ausencia de confianza de un equipo que, desde que comenzó la temporada, en Mestalla ha estado envuelto en tinieblas.
La confianza debe de fundamentarse en la realidad y la del Valencia determina que en el maltrecho y coloreado césped de Mestalla, los rivales le sacan el rubor. El equipo ha ido de sobresalto en sobresalto. Lo dicen los resultados, desde el del Racing (1-0) al del Zaragoza (1-1), pasando por los del Atlético (1-1), Manchester United (0-1), Athletic (2-1) y Mallorca (1-2).
Lo desvelan los sistemas. Lo refrendan las alineaciones de jugadores (Miguel, Ricardo, Navarro, Mathieu, Ever, Fernandes, Vicente, Domínguez, Pablo.) que por su estado, sea o no por salir de una lesión, muestran un nivel bajo. Y lo dice la afición aireando sus pañuelos, aunque mañana, de inicio, seguro que volverá a dar un voto de confianza.
Pero para que la pesadilla se muerda la cola el equipo ha de corresponder y ofrecer bastante más de lo que está dando.
168. (Las Provincias, 1 de noviembre de 2010)
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