Pero la cosa no es para ir con bromas, porque el estado del terreno de juego siempre influye en el fútbol que desarrolla un equipo y, además, muchas veces el capítulo de lesiones va estrechamente emparejado a las deficiencias que presentan los tepes. Hay demasiados ejemplos. No es necesario remontarse más que unas semanas para recordarlo porque los campos de la ciudad deportiva de Paterna también han sido y son ejemplo de irregularidades y de algunos esguinces provocados por las imperfecciones del césped.
Desde el principio de temporada el entrenador y los futbolistas han mostrado su preocupación y han expresado sus quejas donde tenían que plantearlas. Hasta ahora no ha habido una respuesta y ya va siendo hora de que quienes mandan se aprieten los machos, se olviden de parches y de capas de un ridículo maquillaje verdoso, y adopten las medidas oportunas y necesarias para subsanar lo que se ha convertido en un grave problema (el de Paterna también), que semana tras semana se va acrecentando.
La alfombra de Mestalla apenas ha durado un año y eso que al recinto no se le han dado otros usos, como ocurre en diferentes lugares. Vamos, que no puede servir se excusa porque sólo se ha utilizado para jugar al fútbol.
En septiembre de 2009 se colocaron más de 9.000 metros cuadrados de una hierba llamada de última generación que, no es de Holanda, no. Es un césped especial que se ha utilizado en estadios de Australia y Estados Unidos, donde ha funcionado y funciona. Pero aquí, sea por lo que sea, por las altas temperaturas del verano, por la calidad, por un tratamiento inadecuado, por hache o por be, está hecho unos zorros.
170. (Publicado en Las Provincias, 5 de noviembre de 2010)
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