Las modificaciones responderán a una necesidad. En la enfermería aparecen cinco jugadores (David Navarro, Alexis, Bruno, Vicente y Jordi Alba), el concurso de Alejandro 'Chori' Domínguez no lo permite la legislación deportiva, y el también argentino Ever Banega está castigado por acumulación de amonestaciones. Siete bajas.
Unai no tiene mucho donde elegir hasta el extremo que se lleva a Bélgica cuatro chicos del filial. En la línea defensiva se prevé que Marchena recupere la posición de central, como pareja de Dealbert. La otra inexcusable variación afectará al doble pivote. ¿Será Fernandes, que sale de una lesión, quien acompañe a Albelda, o el entrenador dará opción a Rubén Baraja, un futbolista con más experiencia y mayor corte ofensivo?
Puede haber otras permutas, pero no es cuestión de jugar a técnico, aunque cada uno lo sea en potencia y tenga en mente su once. Lo que no se le debe escapar a nadie es que, juegue quien juegue, el Valencia es superior al Brujas. Por plantilla y por historia. Dice bien poco que el rival sea uno de los clubs más antiguos de Europa y que tenga la vitrina repleta de trofeos. La Liga belga está a varios lustros de la española.
Sin embargo esa teoría hay que escribirla en el Jan Braydelstadion y para lograrlo el Valencia necesita jugar con intensidad y concentración. Dos premisas que en el pasado más reciente han dejado en evidencia a más de uno.
El Valencia llega a Brujas obligado. Parte de su futuro está en juego. Y por lo que se ve, el de Unai también. Con tantas largas, lo de su renovación parece que sólo depende de ganar partidos.
59. (Las Provincias, 17 de febrero de 2010)
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