3/2/10

Críticas y criterio

Llorente ha bajado al vestuario!», se escuchó el domingo a través de las ondas, como si se tratara del grito de Pedro, el del cuento, el que inventaba al lobo para mofarse de los aldeanos. Con el aviso cundió el pánico hasta que alguien cayó en la cuenta de que después de cada partido el presidente suele visitar el santuario del entrenador y futbolistas.

«¡Menos lobos!», tuvo que reclamarse. Menos lobos y más mesura, porque todo es cuestión de detenerse unos instantes a reflexionar. Y convendría que esos alarmistas lo hicieran antes de hacer sonar las sirenas. Simplemente para que nadie les recuerde que, aunque no es necesario decir todo lo que se piensa, resulta imprescindible pensar cuanto se dice.

Unai tiene muchos detractores y aunque el Valencia es tercero, cualquier situación adversa sirve para cuestionar su continuidad. Al acabar el partido de Sevilla Llorente departió unos minutos con el técnico y dio ánimos a varios jugadores con los que coincidió en el túnel, cuando aquellos regresaban al terreno de juego para el trabajo regenerativo que dirige Ayestaran.

Como el marcador no acompañó, esa visita de Llorente sirvió para especular sobre el futuro del técnico antes que hacerlo sobre la flema de Miguel, la dispersión de Alexis, el rendimiento del doble pivote o que los del ataque estuvieran más tiempo en Babia que con los pies en el suelo.

Pero no. Nada de pescozones, como tampoco los hubo ayer en la reunión de 50 minutos que el técnico mantuvo con los futbolistas. Unai no necesitó utilizar el dedo de señalar, porque cada uno sabe dónde está la herida.
Hay una frase del preparador físico que viene de perillas. Al referirse a las victorias y derrotas, Pako desvela la importancia de reconocer que en lo que salió bien hubo cosas que se hicieron mal, y en lo que salió mal hubo cosas que se hicieron bien.

Sería bueno aprender a diferenciarlo y recordar que el Valencia es tercero y que la continuidad o no del entrenador no debe depender de un resultado ni de dos ni de tres...

53. (Las Provincias, 3 de febrero de 2010)

No hay comentarios: