La conveniencia o no de ampliar ahora el contrato a Unai, sigue siendo el asunto de debate porque no se pronuncia quien todos esperan que lo haga para, al menos, no alimentar más las polémicas.
De Unai se viene hablando desde antes de que el Valencia arrancara la Liga con una victoria ante el Sevilla, sumara tres puntos en Valladolid y, como el técnico ya echó mano de las rotaciones, en el debut continental lograra un empate en campo del Lille. 'Hay que renovar al entrenador', dijo entonces un seguidor.
Pasaron las semanas, el equipo se mostró contundente en los desplazamientos, pero como en Mestalla le sacaron los colores y en la UEFA League todo estaba en el aire, el interlocutor susurró preocupado: 'Lo de Unai puede esperar, no hay prisa'.
Llegada la Navidad, el Valencia se consolidó como mejor visitante, se clasificó para siguiente fase de la competición europea, pero para verlo ganar había que hacer mucha carretera. '¿No habrán renovado a Unai, verdad?', preguntó el aficionado, hundido entre el estupor y la zozobra tras la eliminación en la Copa.
Estamos en febrero, quedan tres meses para que acabe la Liga y todo sigue igual. Conjeturas. Pero nadie sale al encerado para mancharse los dedos de tiza. Y eso que no es una ecuación polinómica de segundo grado que tanto asustaba en el bachiller. Es el futuro del club, que ya está ahí: lo que hoy es presente, mañana habitará en el pasado.
El Valencia debe de sacudirse cuanto antes cualquier tipo de presión y demostrar estabilidad de criterio para configurar un boceto, un proyecto a largo plazo. ¿Por qué? Porque ahora mismo parece que sea amorfo.
54. (Las Provincias, 5 de febrero de 2010)
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