Los resultados deportivos predominan sobre muchas otras cosas
y desde luego desvían y centran atenciones. Por eso, en puertas de iniciar la
trilogía con el Real Madrid, se habla bastante menos de Manolo Llorente, de
Fernando Gómez, de Bankia, de la Generalitat y del sursuncorda. Deportivamente
este Valencia ha empezado a ilusionar y ahora mismo sobre cualquier otra
consideración se concede el máximo valor a las seis victorias sobre siete
posibles que acumula el equipo desde la llegada de Ernesto Valverde.
Y ante el primer envite que se presenta, los más optimistas
entornan los ojos y sueñan con la posibilidad de dar la campanada, cosa que
tampoco es nada descabellada, porque -y no se trata de sacar los pies de
tiesto- hoy por hoy el equipo de Mourinho, por muy herido que esté, no es
ningún coco, y además el Valencia siempre suele hacer buenos partidos cuando se
enfrenta a los más poderosos.
Lo más significativo de cuanto viene ocurriendo en el
Valencia desde el pasado once de diciembre, fecha en la que debutó Valverde, es
que el entrenador ha demostrado que es un tipo extremadamente coherente: confía
en el grupo pero no saca pecho porque sabe que queda mucho por hacer, que esto
no ha hecho más que empezar y porque además conoce bien el mundo del fútbol,
que es extremadamente veleidoso.
Con el buen juego se supone que llegan antes los mejores
resultados. Pero ahora mismo resulta evidente que, por encima del espectáculo,
los marcadores van a determinar el futuro del equipo. Y ante el Real Madrid
puede ser lo más de lo más.
494 (Publicado en Las Provincias, el 15 de enero de 2013)
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