La tertulia al frente del televisor resultó como La Parrala. “Que sí, que sí, que sí, que sí… Que no, que no, que no, que no…” Este Valencia sigue generando muchas dudas y sólo transmite tensión y nervios. Cuando en el intermedio del partido mi amigo más valencianista de todos escuchó de pasada que Llorente se había retirado tocado, no tardó un segundo en exclamar: “¡Caray, pues no es para tanto, porque con este resultado pasamos de sobra!” Este amigo es que es la mar de despistado. Hubo que aclararle que el locutor no se refería al presidente del Valencia; que en ese momento estaba hablando del delantero bilbaíno. Y entonces el tío, además de venirse arriba, sacó a relucir toda la sinceridad que le caracteriza: “Pues, ¿sabéis lo que te digo?, que no sea nada, pero mejor que no esté bien, porque el domingo hemos de jugar en San Mamés.” Eso lo que tiene este Valencia, que preocupa demasiado. Su presente y su futuro. Empezar con los nervios a flor de piel cuando se acude con una ventaja de 2-4, es para hacérselo ver, oiga, porque enfrente estaba el PSV, que es un equipo que desde hace bastantes años no es ningún coco. El gol de Rami debía de servir para poner calma y provocó una ronda de cervezas. Pero, ¡jolín!, enseguida otra vez la de siempre. Más de lo mismo. ¡Un poquito de por favor! ¿Eh? Gol del rival y, sí, tenían que meter dos tantos más y pensamos que era imposible, pero es que hasta el último minuto el Valencia estuvo como siempre, apretando los esfínteres. Y además con la mente puesta en Bilbao, que en la Liga aparece a siete puntos. ¡Como para dormirse!
373 (Publicado en Las Provincias, el 16 de marzo de 2012)
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