Pero el único argumento que en este partido aparece en el debe de los valencianistas es el gol que marcó Feghouli, porque vale tres puntos y rompe una larga racha. A favor no se puede decir otra cosa El objetivo era ganar para no perder comba, pero volvemos a lo de siempre: ¿Y ya está bien así? Pues, bueno. Si eso es lo que el aficionado desea, si el seguidor se conforma con eso, nada que objetar. Ahí lo tiene. ¡Hala, una victoria con sólo un par de remates! Claro, que también hay otros más exigentes que pasan de lanzar las campanas al vuelo y de elogios baratos por el triunfo ante el Granada. Son los que dicen que ya está bien de engañar. Que les gustaría que el contenido de la media botella tuviera algo, aunque sólo fuera un poquito de calidad. La mínima exigible. Cuando después del partido al entrenador se le preguntó por el juego, la imagen, la actitud del equipo, volvió a ejercer de defensa expeditivo. Patadón y balón a las nubes. Unai, amigo, un poquito de autocrítica no vendría mal. ¿O nos va a pasar como a aquél que preguntó qué era el buen juego y la respuesta que escuchó fue “míralo en el diccionario”? En los últimos partidos del Valencia cada vez se hace vez se hace más difícil eludir el aburrimiento. Dame triunfos, sí, pero ponme mezcla. Pan sólo no, aunque ese bollo haya servido para mantener a raya al Málaga y el Athletic. Hace falta algo más, bastante más. Estoy convencido de que con el libro que le han escrito a Unai Emery nos vamos a entretener bastante más que con el juego que está haciendo su equipo esta temporada. Eso seguro.
369 (Publicado en Las Provincias el 5 de marzo de 2012)
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