Hago mención a todo esto antes de hablar de la nueva polémica que envuelve a Miguel Brito, porque debe quedar claro que en la distancia corta el portugués es un buen tipo, aunque desde luego un poco niño, como calificaba a los futbolistas el entrañable doctor Arregui. Esa falta de responsabilidad de imberbe es la que le pierde y la que en demasiadas ocasiones le ha hecho meter el pie en el charco sin llevar botas de agua. Y ahora mismo ya diluvia sobre mojado. El enésimo retraso en un entrenamiento ha vuelto a poner al futbolista y al club en boca de todos, aunque Unai quiso disfrazar la situación.
Es más de lo mismo. Al inicio de esta temporada Miguel ya desbordó el vaso que estaba rebosando desde hacía algún tiempo. Parece que lo del portugués y lo de pegarse las sábanas es algo de carácter patológico. Un asunto sin solución, y es una pena porque no hay duda de que se trata de un buen futbolista.
A Miguel le quedan poco más de seis meses de contrato y en junio sucederá lo lógico. Pero, ¿y hasta entonces? También lo normal. Que Unai seguirá contando con él porque es el mejor en su puesto, que la responsabilidad de adoptar medidas (sanciones económicas) sigue siendo del club, y que él, por respeto a sus compañeros, debería de hacer memoria y recordar aquel consejo que cuando era niño le dio su papá.
330 (Publicado en Las Provincias, el 30 de noviembre de 2011)
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