Son cuestiones que van desde la alineación al sistema y permutas que realizó Unai frente al Atlético. Para gustos, colores. Pero, además, aparecen otros asuntos candentes como la asistencia y actitud pasiva de Llorente en la cumbre revolucionaria de Sevilla (cita para tratar de cambiar los puntos sobre las íes ya acordados en el reparto televisivo a partir de la temporada 2014-15), o la postura del técnico con Miguel, al que el sábado dio la titularidad ante las ausencias de Bruno y Barragán (porque el luso sigue en la plantilla ya que el club no pudo cumplir la 'promesa' de deshacerse de él como había solicitado el entrenador).
Aplaudí la alineación. Observando la lista de convocados (entiendo que siempre son los que el entrenador considera que están en mejor momento de forma y más le convienen para su planteamiento), me pareció un bloque de corte ofensivo, aunque luego resultó menos de lo que esperaba, porque sufrió excesivos apuros defendiendo ¿Y los cambios? El más efectivo el de Jordi, para que la banda izquierda no fuera un quiero y no puedo.
¿Hablamos de Miguel? Pues claro. Es evidente que, aunque no es mal tipo, desde que llegó su comportamiento fuera del campo es más que discutible, censurable. Pero del mismo modo que se sabía que en plena forma es uno de los mejores laterales de Europa, los devaneos también eran conocidos. No seamos fariseos. Si está en la plantilla, puede jugar.
Ahora bien, ¿qué el vaso se desborda? Probablemente y desde hace tiempo. Aunque no se puede pedir a Unai que sea quien lo linche. En todo caso es obligación de quien lleva las riendas de la sociedad. Y ya que en el asunto de Sevilla pasó palabra, ahora podría pedir el comodín de la llamada, para ver qué opina quien lo puso ahí.
297. (Publicado en Las Provincias, el 12 de septiembre de 2011)
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