En el Valencia, por estas fechas, el año pasado se hablaba de eso, de la tercera plaza, de llegar a la Champions sin hacer escalas y de la incógnita sobre el futuro de Unai Emery. Es lo mismo que ahora. Entonces el corto trayecto hasta el telonazo liguero se hizo demasiado largo, más en lo de la continuidad del preparador que otra cosa. Los gritos del silencio de Manuel Llorente y el semblante taciturno que ofrecía el técnico parecían el augurio de una despedida. Sin embargo, los resultados determinaron la ampliación del contrato durante una temporada más.
Ahora mismo, aunque faltan nueve jornadas para el final, parece más fácil que entonces despejar las incógnitas. Se antojan dos ejercicios algebraicos de primer grado. La del obligado empellón de los futbolistas para conseguir la tercera plaza, que no hay por qué ponerlo en duda, y la de la continuidad de Unai, porque a pesar de las largas cambiadas de Llorente, por su talante económico se podría pensar en que la decisión estará marcada por la cuenta de resultados.
El presidente sigue hermético ante las preguntas, pero no sabe disimular las que más le incomodan, que siempre son las que aluden al futuro del entrenador. Como el año pasado. Unai, en cambio, se muestra más abierto. Le ha cambiado el semblante melancólico de aquellas fechas y con decisión, pero sin sacar pecho, ha reiterado repetidas veces su deseo de continuar.
La situación es pues igual, pero no es la misma. Han pasado demasiadas cosas en el vestuario, y tanta confianza del técnico da que pensar...
230. (Publicado en Lqas Provincias, el 1 de abril de 2011)
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