Fue la pescadilla que se muerde la cola. El equipo devolvió la sonrisa al aficionado al golear el Villarreal y los seguidores que casi llenaron Mestalla premiaron el buen juego. Hacía mucho tiempo que no se escuchaban olés al juego y, mucho menos, se repetía en la grada la espectacular ola mexicana.
La victoria, a siete jornadas para el adiós a la LIga, proporciona al Valencia un doble efecto positivo. Le reafirma en la tercera plaza, con amplia ventaja (seis puntos, más otro por la diferencia de goles), y a la vez da al grupo, al entrenador y a los jugadores, más confianza por haber ganado al rival más directo, del que muchos afirman que juega mejor que los blanquinegros, aunque las cifras dicen otra cosa.
Pero, números aparte, hay que insistir en la alianza entre la grada y el equipo, y en detalles como la recuperación de Miguel. El portugués ha cometido muchas imprudencias pero es pieza fundamental en el terreno de juego y ayer lo demostró, aunque su presencia estuvo marcada por la lesión de Bruno. Unai lo recuperó para el equipo y la grada se olvidó de sus devaneos.
Ahora, más que nunca, hay que mantener la piña. Quedan siete jornadas y el Valencia está en condiciones de acabar el campeonato como líder de la Liga de los que no reciben tanto dinero de las televisiones. Y eso no se puede echar a perder, porque es prestigio y dinero.
233. (Publicado en Las Provincias, 11 de abril de 2011)
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