Estos días el Valencia vive un claro ejemplo de lo que se puede considerar causalidad, como gran perjudicado que es por la gestión de Jesús Wollstein en el asunto del patrocinio de Valencia Experience.
Seguro que quienes han seguido la trama antepondrán la causalidad a casualidad, porque desde luego poco tiene de acontecimiento fortuito. No fue el azar quien le dio las riendas del club. La realidad dice que el ex presidente Juan Bautista Soler, como engatusado por un encantador de serpientes, puso el Valencia en sus manos y aquél hizo y deshizo a su antojo.
En lo deportivo recientemente también hemos vivido otro caso de causalidad. El sensacional debut de Vicente Guaita en la portería del Valencia, aunque muchos lo consideran casual y lo achacan exclusivamente a la fortuna.
Es evidente que si César y Moyà no se hubieran lesionado, las opciones del portero de Torrent habrían sido mínimas, porque partía como tercero. Pero no debemos olvidar que en la pretemporada Unai Emery se empecinó en que el chaval permaneciera en la plantilla y que cuando el chico hubo de comerse el marrón ante el Real Madrid o en Old Trafford respondió con el rendimiento del buen portero que es.
Viendo estos ejemplos, me apunto al pragmatismo, porque con todo lo que saben los científicos, aseguran que incluso los juegos de azar son susceptibles de poderse calcular. Por eso voy a lo práctico. Por eso espero la continuidad de Guaita y además, como peco un poco de ingenuo, también aguardo que el Valencia exija responsabilidades al consejo que dio manga ancha a Wollstein.
190. (Publicado en Las Provincias el 29 de diciembre de 2010)
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