Las semanas sin fútbol liguero se hacen muy largas, casi eternas. Y si coinciden con el equipo en horas bajas por los resultados adversos, como es el caso, peor que peor. Por eso lo que está sucediendo le viene muy bien al grupo, porque entretiene al personal.
Es bueno que se hable de que Bankia aplazará un año el vencimiento de la hipoteca que tiene el club, o que el tema sea el tiempo. ¡Cómo ha variado con la llegada de la primavera! Desde Fallas a ayer pasamos del sol y la manga corta al cielo encapotado y el chubasquero.
También es bueno que las tertulias se centren en la pretendida huelga que propugna la LFP para la jornada del tres de abril que, por cierto, es un asunto para hacérselo mirar. ¿Desde cuándo la patronal es quien enarbola la bandera de la agitación? ¡El mundo al revés!
Pero todo eso conviene, al menos por unos días, porque proporciona serenidad al equipo que ahora mismo es lo que importa. Todo eso sirve para que no se hable de las tres derrotas seguidas, del futuro del cuerpo técnico y de las necesidades para ejercicio próximo, lo de buscar un jugador con carisma, un organizador que se eche el equipo a la espalda (¿siempre hemos de pensar en Baraja?) y lo de reforzar la parcela defensiva (se excluye la expresión 'mejorar la defensa', porque eso es cosa de todo el equipo), que viene siendo el talón de Aquiles, pero con un esguince de caballo.
Que se hable de la lluvia, de los avales, de la oposición, de la huelga de los patronos, de la Fundación, de los romances de Pesic, de Gadafi y de Portugal, y por unos días dejemos tranquilo al equipo, obligado a levantar cabeza en Getafe. Porque el objetivo es la tercera plaza y quedan nueve jornadas para conseguirlo. Que no haya excusas.
227. (Publicado en Las Provincias, 25 de marzo de 2011)
No hay comentarios:
Publicar un comentario