Van tener razón quienes dicen que las noches de Miguel han iluminado el sendero de Emery. Coincide que desde que el defensa se pasó tres pueblos más de la cuenta y el consejo le abrió un expediente disciplinario, el entrenador parece otro; ha puesto los puntos sobre las íes (con la correspondiente tilde en la de Domínguez) y se desenvuelve con otro aire.
Pero a lo mejor el cambio de actitud no corresponde a esas dos circunstancias, y toda la seguridad con la que últimamente se pronuncia simplemente hay que buscarla en la marcha del equipo, en los resultados, que son los que mantienen al Valencia en cabeza de su Liga.
Unai ha demostrado que tiene las ideas claras desde el momento en que ha puntualizado que las victorias en la Liga no deben de esconder los defectos que tiene el equipo, que en defensa son preocupantes. Sin embargo también rezuma confianza en el trabajo. «Vamos a pasar», es el 'lead' de la argumentación del entrenador en la víspera del trascendente encuentro frente al Schalke 04, que puede llevar al Valencia a los cuartos de final de la Champions.
«¡Este no es mi Unai, que me lo han cambiado!», habría que exclamar después de escuchar sus últimas intervenciones. Igual que ocurre con el Tenorio, que a lo largo del drama ofrece serias dudas sobre si el auténtico es el conquistador conquistado o el gallardo y calavera, la actitud del técnico guipuzcoano ahora mismo dista mucho de la de aquel preparador que llegó a Valencia con equipaje de mano.
Sea o no por las veleidades de Miguel, Unai es otro. Si se tratara de un chaval diríamos que «ha pegado el estirón». En cuatro días parece más maduro y seguro de sí mismo; de lo que puede ofrecer el equipo y de lo que él pretende. Tiene el convencimiento de que el Valencia seguirá en el torneo y ha sabido contagiar esa ilusión. Los únicos que le llevan la contraria son los alemanes del Schalke y. algunos otros digamos 'forofos', por llamarlos de alguna manera.
Pero a lo mejor el cambio de actitud no corresponde a esas dos circunstancias, y toda la seguridad con la que últimamente se pronuncia simplemente hay que buscarla en la marcha del equipo, en los resultados, que son los que mantienen al Valencia en cabeza de su Liga.
Unai ha demostrado que tiene las ideas claras desde el momento en que ha puntualizado que las victorias en la Liga no deben de esconder los defectos que tiene el equipo, que en defensa son preocupantes. Sin embargo también rezuma confianza en el trabajo. «Vamos a pasar», es el 'lead' de la argumentación del entrenador en la víspera del trascendente encuentro frente al Schalke 04, que puede llevar al Valencia a los cuartos de final de la Champions.
«¡Este no es mi Unai, que me lo han cambiado!», habría que exclamar después de escuchar sus últimas intervenciones. Igual que ocurre con el Tenorio, que a lo largo del drama ofrece serias dudas sobre si el auténtico es el conquistador conquistado o el gallardo y calavera, la actitud del técnico guipuzcoano ahora mismo dista mucho de la de aquel preparador que llegó a Valencia con equipaje de mano.
Sea o no por las veleidades de Miguel, Unai es otro. Si se tratara de un chaval diríamos que «ha pegado el estirón». En cuatro días parece más maduro y seguro de sí mismo; de lo que puede ofrecer el equipo y de lo que él pretende. Tiene el convencimiento de que el Valencia seguirá en el torneo y ha sabido contagiar esa ilusión. Los únicos que le llevan la contraria son los alemanes del Schalke y. algunos otros digamos 'forofos', por llamarlos de alguna manera.
220. (Publicado en Las Provincias, 9 de marzo de 2011)
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