Da la sensación de que va a haber un antes y un después del partido con el Schalke y que previamente al encuentro Unai era muy bueno porque en la Liga el equipo va viento en popa y ahora, como había tantas ilusiones puestas en la Champions, ya no lo es tanto. Es el criterio del ventajista, que no ve más allá del resultado.
El árbitro Erikson no estuvo afortunado porque entre otras cosas privó al Valencia de un penalti, pero también hay que hablar de la falta de tino del equipo en un partido decisivo por lo que representaba para la caja de la entidad, para el prestigio individual y colectivo, y para el ego de los miles de aficionados, ilusionados en quedar entre los ocho mejores de Europa, y ahora rabiosos porque un rival, que no es nada del otro jueves, tuvo más efectividad.
Pero a Emery no se le puede juzgar por un partido. O hay o no hay confianza en él. Eso es lo primero que debe prevalecer. Las cosas han de quedar muy claras, sin escudarse en la grada, porque no es la responsabilidad del aficionado. En Mestalla no se ha oído un vete ya que escucharon Cúper, Quique e incluso el laureado Benítez. Unai tiene detractotes y seguidores, pero su futuro no lo marca un partido.
221. (Publicado en Las Provincias, el 11 de marzo de 2011)
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