El Valencia tenía previsto celebrar ayer una reunión que se anuló
porque el presidente consideró que no era el mejor momento.
Y no me pregunten si en lo de "el presidente" hay cierto retintín, aunque
no se extrañen. No está claro si Andreu ejerce el cargo o si es Llorente quien
sigue llevando la caña y decide en medio de un océano de despropósitos cuándo conviene
virar a babor o a estribor.
Las evidencias determinan que Manolo sólo dimitió un poquito
porque ahí está, presente como aquél. Desde que entre lágrimas anunció su
salida, lo único que no ha hecho ha sido ocupar el sillón de Mestalla que le cedió
a su amigo Vicente. Por lo demás, como Joe Rígoli, ¿se acuerdan?, el de
"Yo sigo". Aparte de que mantiene la firma para ahorrar en notaría
(?), ¡a ver quién se cree que estaría de florero, como otros!
Un entre paréntesis: El consejero García Roig se despidió
ayer, aunque a lo mejor ha dicho adiós para tomar carrerilla y en breve buscar
un salto más elevado, como intentan otros que se mantienen al acecho: unos a
pecho descubierto y otros dejándose querer. La imagen es patética. Me recuerda
a unos pájaros revoloteando en torno a la gacela herida.
Seguramente lo del apego a los cargos es consustancial al ser
humano. ¡Cuánto cuesta que alguien diga "señores, me voy", y de
verdad se vaya. Y lo de Varona El Breve no cuenta, porque nunca debió llegar.
Hace unos años un veterano directivo del Valencia que no
tenía reparos en confesar su vanidad por permanecer en el grupo, delataba a los
compañeros que no admitían ese interés pero que en cambio, cuando había fotos, estiraban
el cuello como pavos para no salirse del encuadre. Eso no cambia. A lo mejor
por eso Manolo sólo se ha ido un poquito. Últimamente, incluso, acude más veces
a Paterna a arengar al equipo que en todos los años que anteriores. Y hay quien
dice que espera al final de temporada porque quiere acabar de dar una manita de cal a los
techos.
510 (Publicado en Las Provincias, el 26 de abril de 2013)
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