A muchos clubs que arrastran escalofriantes deudas los
imagino como una enorme teta rodeada de listos que ansían mamar de ella. Cada
vez me creo menos lo del amor a unos colores. Eso es de hace muchos años.
Ahora, con las acciones por medio, cuando alguien se apoltrona en un sillón o
aspira desesperadamente a él, no puedo por menos que sospechar que detrás del
sentimiento se esconde algo más, y que ante tanto cariño, como mínimo
convendría hacerles la prueba del algodón, la de la rana o la del nueve, porque
en el ambiente hay tufo a chamusquina.
En el Valencia, por ejemplo, hay una guerra de poder. Ya lo
dice el refrán: donde hay patrón no manda marinero. Y claro, a Manuel Llorente,
el capitán del barco, le toca las meninges que el Consell le haya puesto un
fiscalizador al frente del patronato de la Fundación. Ahora es marinero. Es
normal que el presidente esté molesto con la situación y que en las fotos ponga
cara de úlcera duodenal. Hasta el momento hacía y deshacía -realmente más
deshacía que hacía, al menos el potencial de la plantilla- y a la vez
controlaba al organismo máximo accionista de la sociedad, que todos sabemos que
debía de ser más neutro que esos jabones que anuncian para la ropa delicada,
pero que Nanai de la China.
Ahora será distinto. Federico Varona ha llegado a la
Fundación con las mangas remangadas y arropado por un grupo de profesionales.
Él y sus acompañantes se juegan el prestigio profesional y no parece que vayan
a convertirse en comparsas, figurones o floreros, como ha venido ocurriendo
últimamente.
En la calle se palpa la guerra por el poder. Llorente,
acogiéndose a derecho, ha decidido meter patronos hasta con calzador (increíble
el regreso de Piles, la inclusión García Moreno o la de algún mindundi para
rellenar). Quizá es la postura de quien trata de salvar cuatrocientos mil del
ala al año. Y es normal que defienda su pan con como gato panza arriba.
-¿Y lo de los colores, qué?
-¿Colores? ¿Te refieres al sentimiento o al rubor?
-¿Colores? ¿Te refieres al sentimiento o al rubor?
507 (Publicado en Las Provincias, el 5 de abril de 2013)
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