Por eso no debe de sorprenderse nadie de que en el Valencia se empiece a hablar de elegidos y de salidas. De los que tienen mejor mercado, porque de los otros es preferible callar y esperar a ver si alguien pica. Ahora se va a hablar de Guaita, de Alves o de Feghouli... aunque todo eso al mejor aficionado le suena como una patada en los riñones, porque las pretendidas ventas van en contra de fomentar su ilusión. Sin embargo tal es el panorama del club que ahora mismo es una obligación para seguir adelante.
Dejando de lado que los seguidores esperan una plantilla que sea bastante menos "torre de Babel" de lo que es, resulta imprescindible hacer caja con traspasos de jugadores como garantizarse el fijo que supone la clasificación para la Champions League. Aparte de la fundamental manita que le echaron quienes estaban al frente del gobierno valenciano (creo mejor llamarla interesada y despreocupada, que generosa), es suficiente recordar los otros dos pilares con los que el Valencia ha evitado el KO en los últimos años.
Aunque en todos los casos se trató de jugadores que no hubo que salir a la plaza a ofrecerlos, porque llamaron a su puerta y fueron adquiridos, y también a pesar de que hubo críticas al considerar que las cuantías percibidas fueron insuficientes tal y como estaba el mercado, los traspasos resultaron imprescindibles para cuadrar las cuentas, como parece que volverá a ocurrir el próximo verano con la marcha de uno de dos porteros y de algún jugador aplicado, caso de Feghouli, al que recientemente se le amplió el contrato hasta 2016. Y vuelta a empezar, porque es lo que hay.
500 (Publicado en Las Provincias, el 8 de febrero de 2013)
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