Las muestras son unánimes, pero suenan a más de lo mismo. ¿Para que la opinión pública vea que la Federación de Fútbol o los clubes se preocupan del joven árbitro?¿Si Héctor no hubiera tenido que pasar por el quirófano, si no le hubieran tenido que extirpar el bazo, qué? ¿La respuesta institucional hubiera sido la misma?
Manteniendo todas las distancias, que las hay y son abismales por el desenlace, en octubre de 2003 Rafa Benítez sentenció aquello de "se castiga la puntería", cuando Téllez Sánchez, a la sazón árbitro un partido de Copa que disputaba el Valencia en Castalia, suspendió el encuentro a raíz del impacto que recibió en la cabeza, producto del tino de un individuo que desde la grada le lanzó un mechero que le produjo una brecha en la frente cuando a pocos minutos de final señaló penalti contra el equipo local. ¿Qué hubiera pasado si el exaltado no hubiera hecho diana en la testa de Téllez?
Otra. ¿Se acuerdan de aquel botellazo que Casillas recibió en el Sánchez Pizjuán? Pues se saldó con una multita y un tirón de orejas al club andaluz porque no hubo sangre.
Al energúmeno que pateó a Héctor le castigarán por lo penal y por lo deportivo. Pero aparte, el fútbol, como el país, necesita una transformación ya. Más de lo mismo, no, por favor. Son muchos años de retraso. Partimos de que en este deporte el principio de proporcionalidad entre delito y castigo es de pena, penita, pena.
Mientras Villar sigue apalancado en la FEF (desde 1988) y Sánchez Arminio al frente de los árbitros (desde 1993), un chico de 17 años, Héctor, ha perdido el bazo y con él la ilusión. Le ha faltado decir que a partir de ahora jueguen ellos.
502 (Publicado en Las Provincias, el 22 de febrero de 2013)
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