Cuando uno se desayuna con los papeles de una supuesta
contabilidad B que necesita el paso urgente por la tintorería por lo que ha
salpicado, y al rato toma el café con un desmentido que convencerá a quien
pueda convencer, cualquier otro asunto pierde protagonismo.
Ayer fue un día de esos. Estoy convencido de que a muchos
valencianistas les resbala que el
consejero Antonio Sesé ha dicho que se va, les importa un bledo que la
Generalidad exija la dimisión de la mayoría de los patronos de la Fundación, y
les trae al pairo que Gago termine en el Vélez o se tome una Aurora en
Aquarium.
Es cuestión de interés y de intereses. Lo principal para el
aficionado son los resultados. "¡A ver si le ganamos el domingo
Barça!", dicen, y en lo social sólo les preocupa que con el dinero de la
Generalitat, es decir, con el de todos nosotros, se haga frente a los
despropósitos que bendijeron unos políticos que comprometieron nuestro futuro
para salir en la foto
¿Qué supone la salida de Sesé? Hasta ahora sabíamos de él por
sus tweets. ¿Que la Generalitat quiere barrer en la Fundación? Es que sorprende que aún permanezcan algunos
patronos a los que desde hace tiempo les deberían de haber dado el pasaporte,
por decirlo con buenas palabras. Y Gago. ¿Se va? ¿Y qué? Por los más de tres millones
y medio de euros que costó, en cinco meses su rendimiento y su actitud ha
provocado más dolor que un cólico nefrítico. Demasiados floreros
499 (Publicado en Las Provincias, el 1 de febrero de 2013)
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