31/1/14

EL TRENCADÍS DE MESTALLA

El presente del Valencia hoy es un reflejo de la vida misma. En lo deportivo, en el vestuario se ha producido una desbandada. Eso sí, por las cifras que manejaban y van a manejar los agentes de los futbolistas que emigran o van a emigrar, nada tiene que ver con las del éxodo de nuestra sociedad, en la que los que se deciden a buscar nuevos horizontes lo hacen por la necesidad de subsistir.

Lo de los jugadores es mundo aparte. La marcha confirmada de unos y pretendida de otros que hasta hace nada eran considerados fundamentales en el proyecto, desvela que la planificación tenía la misma consistencia que el trencadís del auditorio de Calatrava.

En lo económico igual. Más trencadís. El club debe el oro y el moro, como tantos otros, chapotea en ese mar embravecido de los plazos, y aguanta. Y a pesar de que en los años noventa le obligaron a convertirse en una SAD, los seguidores ya demostraron que los sentimientos heredados podían estar por encima de poderes y rodillos. El corazoncito del valencianista ha sido desde hace tiempo una especie de Gamonal. Basta recordar que un par de presidentes, además máximos accionistas, tuvieron que salir por la puerta de atrás, y que a otros tener la valija llena de títulos apenas les sirvió para salir en una foto y darse a conocer, aunque pronto cayeron en el olvido. Ahora, de la mano de Salvo ¿el valencianismo vuelve a mandar o se trata de un espejismo?

No lo tengo nada claro. Más que trencadís me parece un puzle. Se están viendo demasiados abrazos, y tanta cordialidad chirría. La realidad determina que el Valencia pronto pasará a ser propiedad de alguien, probablemente ajeno a lo que es y ha sido ese sentimiento. No hay más y es de ley, pero a mÍ no me gusta nada.

Por lo menos es de esperar que cuando las partes que van a decidir el futuro retiren todo el trencadís, ese revestimiento opaco que ha mantenido a la sociedad de Mestalla, se pueda escuchar la voz del ciudadano de a pie. La del  que no puede abrir la cartera para suplantar a cualquiera de los potentados que vengan a hacer su agosto. Porque vendrán a eso, ¿no?

535. (Publiccado en Las Provincias el 31 de enero de 2014)

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