La crisis aprieta las tuercas a todo quisque y no es necesario que los expertos nos lo adviertan. Lo sabemos demasiado bien. Si nos referimos a las economías domésticas, basta con que echemos un vistazo a los bolsillos. Pero como aquí hablamos de clubs de fútbol, un buen retrato de la situación aparece en las cifras del mercado de fichajes.
Aunque alguien tendrá de mover ficha, salvo por el traspaso de Jordi Alba al Barça todo está en calma. Da la sensación de que nadie tiene prisa. Parece como si unos y otros se miran de reojo esperando a ver por dónde sale el de al lado. "Por favor, tú primero". "No. De ninguna manera; primero tu".
Esto ya no es lo que era. Con los datos financieros en la mano, la situación del fútbol español es la misma que la del país. Calcadita. Puro reflejo. No hace falta que lo señalen los que manejan las estadísticas porque lo determina la realidad. Como diría un castizo, "estamos bacalaos". Hemos gastado más de lo que hemos ingresado y así nos luce el pelo.
En el Valencia, sin obviar las ayuditas institucionales y bancarias, tratan de hacer las cosas bien, de enmendar errores del pasado. O así lo parece, sin haber hurgado lo más mínimo en el estado de cuentas y, especialmente en el de flujos de efectivo, que tiempo habrá para hacerlo cuando el club haga pública la memoria anual.
Sin embargo a pesar de esa aparente buena voluntad, sorprende que se ponga tanto énfasis en lo de "vender pases", que ahora mismo es una premisa, y se pase de soslayo en lo de "vender ilusión". Nada que ver una cosa y otra. A pesar de que las circunstancias han obligado a las ventas consecutivas de los mejores activos, las compras deberían de aportar algo que enganche al aficionado y, al mismo tiempo, ofrezca consistencia a un bloque que ha de luchar en tres frentes, con la obligación de al menos igualar el pasado reciente.
Ni por asomo se trata de poner en entredicho la calidad de Viera, Pereira y Guardado. Pero después de las salidas de Aduriz, Topal, y sobre todo Jordi Alba, parece que es imprescindible algún nombre que arrastre. Queda claro que la venta de jugadores se sabe hacer. Pero a lo mejor hay que aprender a vender ilusión.
Ni por asomo se trata de poner en entredicho la calidad de Viera, Pereira y Guardado. Pero después de las salidas de Aduriz, Topal, y sobre todo Jordi Alba, parece que es imprescindible algún nombre que arrastre. Queda claro que la venta de jugadores se sabe hacer. Pero a lo mejor hay que aprender a vender ilusión.
421 (Pubicado en Las Provincias el 9 de julio de 2012)
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