Sin haber iniciado una brillante temporada, Silva es un jugador imprescindible para Unai. No es de esos que a veces se pueden quedar en el banquillo. Sería un lujo, y el Valencia sólo se los puede permitir en cuentagotas; cuando se hacen necesarias las rotaciones. Y eso que David empezó el curso con el lastre que supone la falta de movilidad por el dolor que sentía en el tobillo izquierdo, del que había sido operado.
Silva forma parte de una generación de futbolistas llamados a triunfar. Es uno de los ases de un póquer ganador que integra junto a Pablo, Mata y Villa. Un elemento con la chispa necesaria para jugar y hacer jugar a sus compañeros, que igual se saca de la chistera una asistencia que se que inventa un espléndido regate o un espectacular remate. Y, además no esconde en el combate. La talla no es impedimento para este niño que hizo adulto antes de tiempo, y por el que han suspirado en Cataluña, en la meseta, en el Piamonte y en la Premier. Una de las joyas de las corona de Mestalla.
Cuando Silva juega, el Valencia juega. Se trata de un axioma que se ha aceptado en Mestalla. No precisa demostración porque es una realidad, y por eso ahora todos andan preocupados. Su ausencia se va a notar, como se notó en el ejercicio pasado. Es un futbolista con galones, un actor principal, y hasta que esté recuperado, Unai tendrá que decidir quien se sube al escenario para sustituirle. No es una tarea fácil. Ni para quien elige ni para quien ha de aprenderse el papel e interpretarlo en el escenario.
30. (Las Provincias, 30 de noviembre de 2009)
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