Eso es lo que pasó entre José Antonio Camacho y Unai Emery. El entrenador de Osasuna puso el grito en el cielo y utilizó la expresión «falta de respeto al árbitro» como respuesta a su homólogo del Valencia, que al aludir a la presión de la grada de Pamplona había apuntado que esperaba un colegiado con personalidad, al que no le impusiera el miedo escénico.
A nadie se le podía escapar que los técnicos pretendían aderezar a su favor el partido que iba a cerrar la jornada, porque con Velasco Carballo la feria no le ha ido bien ni a uno ni a otro equipo. Curioso. El Valencia, como visitante, nunca había ganado y a los navarros en su estadio tampoco les había ido demasiado bien.
A Unai Emery le preocupaba Velasco más que las andanadas que (en privado, pero para que le lleguen) de vez en cuando le lanza Manuel Llorente. Pero su mérito está en que acertó en el planteamiento, en la estrategia.
A Camacho también le inquietaba Velasco y quiso llevarlo a su terreno, olvidándose que en septiembre pasado el árbitro madrileño le amargó la tarde del partido con el Tenerife, él le criticó con dureza, y además el goleador del equipo, Pandiani, le puso de vuelta y media al denunciar que «estaba un poco ido» y que le había «faltado al respeto».
Ahora, mientras Unai sólo piensa en el Mallorca, Camacho, el atacante uruguayo y los demás integrantes del equipo navarro se agarrarán al clavo ardiendo de la actuación de Velasco para justificar el repaso que les dio el Valencia.
27. (Las Provincias, 23 de noviembre de 2009)
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