Djukic ha tranquilizado a todos. "¿Dime tú a quien quito?" La
peña estaba tan plácida e ilusionada con el nuevo proyecto, que las salidas de
tono en el vestuario valencianista le sobresaltaron como si se tratara de una
advertencia del temido FMI. Sin embargo el entrenador serbio enseguida
ha puesto los puntos sobre las íes y el asunto ya hay que pasarlo de soslayo
porque, además, probablemente las cosas se han sacado de quicio.
Como dijo mi amigo Alex,
agotado el debate albeldista, el valencianismo empezó pronto a desgastar sus
fuerzas en una nueva batalla: Alves-Guaita. Algo parecido a lo que ocurre en
los madriles con Casillas y Diego López.
Pero es que a la llama en la portería enseguida se añadió la reclamación de
Matiheu, que a pesar de que hizo marcha atrás, recibió duras críticas, quizá
más por la sorpresa que causó ya que es un
tipo de limitada elocuencia. De cualquier forma Djukic asumió la
responsabilidad que le corresponde y en un plis-plas apagó los rescoldos del incendio.
Que los futbolistas aspiren a la titularidad es sin duda una de las
posturas más lógicas de la profesión. Además, el ambicioso anhelo del jugador, que
siempre debe reflejarse en el esfuerzo diario, es algo que a su entrenador les
debe de satisfacer sobremanera.
Otra cosa muy distinta es que el simple deseo represente una garantía para
cualquiera. Lo mismo que lo del número de goles que es capaz de marcar un
delantero. Las medallas hay que demostrarlas en el día a día. Lo contrario es
tan banal como la falta de consideración al compañero en el descaro
del "quita a este y ponme a mí".
El respeto a los demás ha sido siempre el código de conducta de Miroslav Djukic que,
para frenar una situación que quizá se ha sacado de quicio, no ha dudado en
poner los puntos sobre las íes y que uno de ellos como final para este tipo de
conflictos.
(519, Publicado en Las Provincias, 23 de agosto de 2013)
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario