La bonanza del largo puente que nos ha proporcionado Sant Donis y la Pilarica no ha acompañado al Valencia en lo deportivo y, meteorología aparte, la única alegría llegó envuelta con el gol que el sábado Juan Mata hizo a Armenia para que la selección española, con el billete a Sudáfrica en el bolsillo, pudiera seguir, invicta, su marcha triunfal. Un hito.
Pero sobre Mestalla se ciernen negros nubarrones en forma de lesionados, justamente ahora que se acerca el Barça. A las bajas de Villa y Joaquín se une la de Marchena, a quien un problema muscular le apartó del grupo de Del Bosque, y dejó la representación blanquinegra en la pareja Mata y Silva.
Bien es cierto que hasta el sábado pueden pasar muchas cosas y, entre ellas, alguna buena como, por ejemplo, que sin necesidad de esperar a las sensaciones ni asumir riesgos innecesarios, Unai Emery recupere efectivos. Pero no es fácil. En las últimas horas los valencianistas han utilizado más veces los términos médicos que los deportivos. Y eso no es bueno. Es mala señal.
Se ha hablado más de las roturas de fibras, de los isquiotibiales, del bíceps femoral y del recto anterior, que de las estrategias, de los goles, los remates, las coberturas o los contragolpes. Ha sido como cambiar de asignatura. Una especie de pasar del fútbol a la traumatología.
Con independencia de que el sábado el Valencia ha de tratar de frenar en seco la racha de victorias de los azulgrana, se impone la cordura. Aunque estos lances llevan implícitos un interés añadido, no se puede centrar todo en un partido. Y menos en ese.
La Liga es muy larga y aparte de los de Guardiola, sin mirar más allá están el Almería y Málaga a los que hay que visitar de manera inmediata y consecutiva antes de recibir al Zaragoza y viajar a Pamplona para cerrar octubre en casa, ante el Mallorca. Vamos, que no ha de ser Barça todo lo que reluce.
9. (Las Provincias, 12 de octubre de 2009)
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