Publicado en Valencia Fruits, nº 2.633 (24 de junio de 2014)
24/6/14
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DEL LAUREL A LAS ESPINAS
Crear y destruir, como le
ocurre al pequeño que juega en la orilla de playa con su pozalito y paleta,
construyendo castillos en la arena y las imprevisibles olas –o el caminante
despistado– hacen trizas su obra. Pero en el día a día somos nosotros mismos quienes
elevamos a alguien a los altares y a vuelta de página le damos sepultura. Del
laurel a las espinas. Nos gusta tanto aupar como derribar. Y bromear. Eso,
sobre todo. Buscar la risa antes que escudriñar el fondo de una cuestión, quizá
porque con lo que se está cociendo, un poquito de chanza hace las cosas más
llevaderas.
Es lo que ha ocurrido
con la eliminación de la selección española –ayer favorita, hoy vilipendiada– que
ha tomado el relevo de las guasas a la interminable negociación de la venta del
Valencia a Lim, con los rusos agazapados en la acera de enfrente a ver si
pueden meter cuchara.
Atrás quedan los chistes
sobre murciélagos con gorros chinos, ushanhas, turbantes o sombreros tejanos, aunque ayer se apuraban las bromas por el
paralelismo de quienes han hecho ya las maletas. Los internacionales, en
Curitiba, y Pizzi, aquí, a pesar de que lo del empresario de Singapur sigue sin
cerrarse. Y aunque Salvo y Aurelio canten misa, todos recordamos lo del patrón
y el marinero.
El hundimiento de la
selección, por el papel de comparsa en el debut y en la "despedida"
ha sido una sorpresa, sí. Pero desconcierta más que el "beneficioso
acuerdo para el Valencia" –son palabras de Goirigolzarri– aún está en que
si sí, que si no, que si esta me gusta me la como yo, chiquitan, chiquitan tan tan...
El miércoles por la
noche los "WhatsApps" no cesaban. Unos más ácidos que otros, fueron continuos. ¿Precocinados?
Pues tanto como parecía que estaba guisado el acuerdo Lim-Bankia-Valencia. Pero
antes de consumarse la debacle frente a Chile, entre otras imágenes llegó la de
Casillas, Piqué, Ramos y Cesc vestidos de orquesta del Titanic y el barco español
yéndose a pique.
La selección ha tomado
el relevo como diana para los dardos del sarcasmo. ¿Podemos... empezar a poner
los puntos sobre las íes antes de que vuelvan las chanzas sobre la venta del
Valencia?
19/6/14
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DEMASIADO BONITO
Como ocurre con las cosas de palacio, el
acuerdo que espera el valencianismo va despacio; probablemente demasiado
despacio. Y tal vez no debería de haber utilizado el término valencianismo en
esta frase, porque sin necesidad de hacer una encuesta o un referéndum, consta que aún se escuchan voces discordantes. Desde las de los que quieren
saber más de los términos de la venta y no lo saben; las de los que querían
meter cuchara y no han podido, o no les han dejado; las de los escépticos
patológicos, y la de alguno que, como Javier Tebas, se ha metido en un charco
aparentemente sin ninguna necesidad o, mire usted, voy a ser malpensado y diré
que puede ser que las dudas que el presidente de la LFP ha mostrado con Peter
Lim estén en relación directa a hacerle el juego a algún amiguito de los que
tiene. Porque, no nos engañemos, en este mundillo del fútbol –aunque aparece un
elevado número de protagonistas que da la sensación de que piensan poco o
nada lo que dicen– muchas de las cuestiones que se tratan no se dicen
simplemente porque sí.
En este mismo palco no hace mucho que
hablamos de la dietrología, esa pseudociencia que inventaron los italianos para
explicar lo que no tiene explicación. Y es que si la operación
Valencia-Bankia-Lim puede ofrecer lógicas dudas a los que desde fuera
apoyan el proyecto de Salvo –y aunque la chequera abierta de Lim les ilusiona
quieren saber más–, y genera malestar en los que no han podido mojar el
cruasán, da que pensar que el dirigente de la patronal futbolística se haya pronunciado
como lo ha hecho, porque además, en esta operación este señor toca de oído.
Las cosas de palacio van despacio y lo que
a mí me hace torcer el bigote no son las críticas que llueven del tal Tebas o
de los que se han quedado compuestos y sin novio. Es que la cosas vayan
demasiado despacio, que falte luz y sobren taquígrafos y, desde luego, que el
presidente de Bankia diga que el acuerdo es más beneficioso para el Valencia
que para las dos partes que negociaron la adquisición. Porque eso, señor
Goirigolzarri, es demasiado bonito. Ahora, más que nunca, la prudencia ha de
seguir siendo la madre de todas las virtudes.
545 (Publicado en Las Provincias, el 13 de junio de 2014)
10/6/14
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