31/5/11

Pablo Rodríguez

Mestalla y el futuro

Enhorabuena al valencianismo por el ascenso del Mestalla a Segunda División B. Felicitaciones a los futbolistas, al entrenador Vicente Mir y a todos sus colaboradores. Pero enseguida, después de los requiebros, conviene pensar en que la situación adquiere un enorme valor de futuro.
Hace ahora un año, el descenso del filial llevó implícita para los dirigentes una lectura pragmática de la situación, no sólo para recuperar cuanto antes el terreno perdido, sino para poder dar más frutos al primer equipo. Sin embargo, durante la temporada sólo se contabilizan esporádicas apariciones de Isco y Alcácer.
La reconquista lograda por el Mestalla, precisamente ahora que el club trabaja en la confección de la primera plantilla, invita otra vez a que los dirigentes y técnicos miren con más interés hacia la cantera, aún sabiendo que contra ese proceder pesa la paciencia de los aficionados y los filos de la desconfianza y de la exigencia que Llorente ha puesto sobre la cabeza de Unai. Son cuestiones que pueden hacer que el entrenador observe la cantera de soslayo, sobre todo porque su futuro está marcado por una mejora de los objetivos.
El filial ha dado un paso obligado. La primera zancada para que la obra de la Ciudad Deportiva de Paterna pueda tener rellanos en todas las categorías y así facilitar las incorporaciones de jugadores de un nivel al siguiente. Veremos.
David Navarro, al que Benítez hizo debutar en octubre de 2001, sigue siendo el último canterano que se consolidó en la primera plantilla. En un pasado lejano quedan los Sempere, Quique, Voro, Arias, Giner, Fernando, Arroyo, Subirats... y para los nostálgicos, los héroes que en 1952 tocaron el cielo, pero tuvieron que renunciar al ascenso por la condicón de equipo filial; aquellos que en la temporada siguiente engrosaron las filas del primer equipo que iba a conseguir la tercera Copa, la del 54.
Del último canterano a hoy han pasado casi diez años. Y eso es para hacérselo ver, porque el Mestalla está llamado a ser parte del futuro.


252 (Publicado en Las Provincias, 30 de mayo de 2011)

Regalosde comunión y notas

Como mayo es por excelencia el mes de las comuniones, debe ser por ello que Manolo Llorente y Unai Emery aprovecharon esta última semana para firmar la ceremonia del acuerdo por una temporada más. En los días previos al señalado, y en ese mismo, los dos pusieron cara de buenos chicos, aunque a nadie se le escapó que la alianza sigue siendo de conveniencia.
Los imagino esperando los consiguientes regalos por la comunión. Pero nada de un álbum nacarado para que luego firmen todos los comensales que asistan a la celebración, ni tampoco la medallita de oro o el Seiko digital water resistant, con cronógrafo, altímetro y lo que sea menester. Cada uno espera otro tipo de regalo.
Manolo sueña con una cosecha mucho mejor que la reciente, que le sabe poco, a pesar de los puntos que el equipo metió por medio al inmediato perseguidor, el Villarreal, sin olvidar que Sevilla, Atlético y compañía han caminado por un sendero de continuo sufrimiento. El presidente quiere estar más cerca de los dos primeros aunque, o cambia mucho el panorama, o aquellos seguirán en su liga particular.
En lo deportivo no debe pasar como con el nuevo campo, que se empezó antes de tener los cimientos. Hay que analizar con qué argumentos humanos se contará en el nuevo ejercicio y cuáles son los objetivos reales. Nada de vender humo al personal. ¡Lo que hay que vender son las parcelas.
Y el objetivo del Valencia, como ha ocurrido en un pasado próximo, por todos recordado con satisfacción, no debe ser plantar cara a los grandes, sino en estar preparado para el momento en que ellos aflojen.
Unai espera regalos de comunión en forma de fichajes, pero antepone las calificaciones de fin curso, que también llegan por estas fechas. De la mano de Braulio va poniendo nota algunos jugadores, con los que no cuenta para el futuro. Pero no debe olvidar que si vuelve a hacer las cosas igual, nadie le garantiza que el resultado sea el mismo. Para conseguir uno diferente ha de proceder de otra manera.



251. (Publicado en Las Provincias, 27 de mayo de 2011)

15M en el Valencia

En la decisión de Llorente de ofrecer a Unai un año más de contrato influyó decididamente 15M. Pero no me entiendan mal. No me refiero al movimiento de los indignados que con sus votos nulos o en blanco dejaron huella en los sufragios del domingo. Hablo de los 15M, de los quince millones de euros que para el club de Mestalla supone la clasificación directa para la Champions. Esa circunstancia ha pesado mucho en la determinación del presidente, porque lo que se dice confiar-confiar, confía poco en el técnico.
Unai también ha tenido influencias numéricas a la hora de aceptar el envite, aunque para su cuenta corriente sólo se trate de un ligero retoque en la cuantía de la ficha, del orden del 1.5M; eso sí, sazonada con premios especiales por objetivos por avanzar hasta la semifinal en la Copa y hasta los cuartos en la Champions.
La propuesta de Llorente se hizo esperar mucho en contraposición con la rápida respuesta que ha dado Unai. A lo mejor es que el presidente demoró el ofrecimiento para que no le restara protagonismo la captura y muerte de Bin Laden o la boda del príncipe Alberto, y si decidió hacerlo público antes de que las municipales y autonómicas fue para que le privaran de ser portada.
La oferta, no obstante, no resultó una sorpresa porque Llorente se limitó a apretar los machos a Unai con una serie de exigencias, y además la continuidad del técnico le sirve de escudo antimisiles; por si acaso llegaran las vacas flacas.
El acelerado sí del entrenador tampoco es de extrañar, aunque podría serlo porque las formas se merecían un renuncio. Aunque eso es otro cantar. Aparte de que no haya tenido otra oferta mejor, no parece que Unai tenga algo de masoquista y le guste caminar por el alambre con la espada de la duda sobre su cabeza, que por otro lado es lo que le espera. Pero seguro que su decisión se debe a que, por encima de otras consideraciones, ha valorado continuar en el que hoy por hoy es el primer club de la segunda Liga de la Primera División del fútbol español.


250. (Publicado en Las Provincias, 25 de mayo de 2011)

El éxito supera al triunfo

Con todas las cartas boca arriba, ha llegado el momento de la reflexión para adecuarse a las circunstancias y planificar el futuro con el objetivo de llegar en la mejor forma a la próxima carrera de obstáculos, que comenzará en apenas tres meses.
El Valencia empieza hoy a mirar hacia adelante y en su reflexión no debería de olvidarse del pasado reciente, de la tercera plaza que ha vuelto a conseguir, de lo que ha sido un éxito, y de la forma en que lo ha obtenido.
Hace un año la Liga terminó con un mano a mano entre Barça y Madrid y algunos especialistas advirtieron de que nos encontrábamos ante el principio del fin. No iban desencaminados. Esta vez ha sido menos apretado, pero se ha repetido la historia. Los dos por delante, después la otra Liga que ha ganado el Valencia, y más abajo un grupo en lucha por la permanencia.
En ocasiones se confunde triunfo con éxito. Es evidente que la victoria y el trofeo es para el que llega primero. Pero la competición está marcada por la enorme diferencia de presupuestos y aparecen otros tipos de recompensas.
En la ascensión a la cima cada cuál debe de ir a su ritmo. Si cambia de piñón para tratar de seguir la estela del rival, está perdido. Se puede endeudar y hundir. Por eso la capacidad para conseguir lo máximo posible con el potencial del que se dispone, también debe calificarse como un éxito. Y en esa prueba el Valencia ha ganado la carrera.


249 (Publicado en Las Provincias, 23 de mayo de 2011)

Le toca hablar a Unai

Unai tiene ahora la palabra. Y cuando se decida a hablar, probablemente ya no será la voz del entrenador sumiso, en ocasiones apocado, que echaba balones fuera como toda respuesta a más de un desaire. En los últimos meses el entrenador del Valencia no ha hecho otra cosa que utilizar sulfamidas dialécticos para cicatrizar las heridas de la desconfianza por la que ha tenido que caminar hasta la tercera plaza que, visto lo visto, equivale al título de la otra Liga de Primera.
Manolo Llorente no supo medir sus palabras cuando al anunciar que iba a ofrecer a Unai la ampliación del contrato por una temporada más, dejó escapar que había manejado otras alternativas. Lo que se dice mano derecha, el presidente no tiene. Y añadir que terminar tercero en la Liga ya no será muestra de satisfacción del consejo, es puntualizar que los dirigentes viven en los mundos de Yupi. Quizá se olvidan de que el Barça y el Real Madrid quintuplican el presupuesto del Valencia y consideran que con por poner la espada de Damocles sobre el entrenador ya han cumplido con sus obligaciones.
Al desvelar que en las últimas semanas había manejado alternativas a Unai, a la vez de un ejercicio de sinceridad, Llorente dio una muestra de descortesía manifiesta con el empleado, de total ausencia de confianza y, tal vez, un guiño para que Unai acabe por rechazar la propuesta. A ver si resulta que el presidente no fue tan vehemente y meditó muy bien todo lo que dijo. A ver si lo hizo con toda la intención, cosa que resultaría más preocupante que la aparente precipitación. En ese caso tendría tufillo de plan oscuro y hasta pérfido.
A Llorente le obliga la cuenta de resultados que presenta Unai, pero desde hace tiempo no quiere que el técnico siga en el Valencia. Se pronuncia de tal manera que me da en la nariz que no sabe qué hacer o maquinar para no tener que asumir la responsabilidad de adoptar una decisión que, igual que el contrato blindado, implícita en su cargo.

248. (Publicado en Las Provincias, 20 de mayo de 2011)

La hora del futuro

El Levante lo festejó más que el Valencia, porque la tercera plaza se daba casi por hecho y la salvación era otra cosa. El empate de ayer sirvió a los blanquinegros para rubricar el pasaporte directo a la Champions, a los azulgrana para sentenciar la permanencia y a los aficionados que acudieron al campo, para aburrirse como una ostra, porque el espectáculo resultó decepcionante, aunque seguramente eso lo agravó la precipitada tarjeta roja a Xisco Nadal.
El partido fue tan decepcionante como el adiós de Vicentín, aunque por lo menos en los prolegómenos, con su hija en brazos, atravesó el pasillo que formaron sus compañeros y pudo saludar a los aficionados. Pero algunos, y seguramente él el primero, esperaban que al final se repitiese una despedida al estilo de la que tuvieron Angloma, Carboni o, el pasado año, Baraja.
Y las celebraciones fueron de color azulgrana. La alegría desbordada eclipsó cualquier intento de festejo. Ballesteros corrió hacia la banda para abrazarse con sus compañeros y, como él, el resto de levantinistas, mientras que los del Valencia, con gesto de entre sorpresa y desencanto, abandonaron cabizbajos el césped.
Ahora, aunque todavía queda una jornada para el final del torneo, para el Valencia y el Levante ya debe ser momento de empezar a escribir el futuro. Y el mañana empieza a gestarse por la plantilla, y la plantilla por el entrenador.
En el caso del Levante, la continuidad en primera lleva implícita la de Luis García, al que se le pudo ver abrazado con Quico Catalán. En el del Valencia, ha de decidir Llorente y aunque el equipo también ha rubricado su objetivo, que era la clasificación para la Champions, no hubo abrazo. Al menos en público.
Como en la canción de Serrat, se podrá decir que han "pasao" de él o que están de vacaciones, pero si realmente las musas existen y deciden visitar a Unai (y a Luis García, también, claro), seguro que le pilla trabajando. De eso no hay duda. Ahora, lo del feeling con el presidente es otro cantar.




247.  (Publicado en Las Provincias, 16 de mayo de 2011)

Lo que debe quedar

Todo indica que Vicente Rodríguez será convocado para la despedida liguera en Mestalla y que, al menos, jugará unos minutos frente al Levante, para coincidir con un pequeño homenaje de despedida. Acaba su contrato con el Valencia, ha trascendido que el club prepara una celebración, y además el entrenador, Unai, ha aludido a un «merecido reconocimiento».
Será el adiós al antepenúltimo héroe del doblete, porque de ese reciente pasado glorioso sólo quedan en la plantilla él, David Navarro y Albelda. Y mientras que el primero tiene contrato en vigor, al de la Pobla Llarga, que también acaba, le ofrecerán la continuidad por un año más.
La convocatoria de Vicente, cuanto menos, va a resultar curiosa porque si a lo largo del ejercicio sus participaciones han sido escasas (probablemente influido porque en octubre estuvo de baja por una sobrecarga y en enero debido a una microrrotura), en las últimas diez jornadas ni siquiera ha formado parte de en las convocatorias; concretamente desde que, en víspera de un partido, se vio envuelto en un incidente en una discoteca.
La trayectoria de Vicente en el Valencia ha estado marcada por luces y sombras, y aparte de que se pueda cuestionar su carácter, probablemente la lesión de tobillo que sufrió en 2004 en Bremen, estableció un antes y un después en su carrera. Pero ahora mismo de Vicente hay que recordar lo bueno, aunque el balance de cuatro sobre once temporadas, desde luego sabe a poco. Formado en el Levante, llegó al Valencia con el cambio de siglo y en Mestalla creció con el equipo y adquirió prestigio, galones e internacionalidad.
Del mismo modo que hace un año pudo hacerlo Baraja, Vicente también tendrá la oportunidad de despedirse de la afición de Mestalla. Un adiós como el que en el pasado reciente, con mayor o menor pompa, se tributó a jugadores de la talla de Angloma o Carboni (al italiano por casualidad). Todos son parte de la historia brillante del club y eso es lo que debe quedar.



246. (Publicado en Las Provincias, 13 de mayo de 2011)

De Montjuic a Cornellà

Lo que son las cosas. Hace diez años el Valencia y su entrenador se jugaban gran parte de su futuro frente al Espanyol de Barcelona y ahora, aunque en situación distinta y escenario diferente, se repite la historia ante el mismo rival.
A tres jornadas del final del campeonato, el Valencia acude al campo de Cornellà-El Prat con la obligación de ganar al Espanyol para garantizarse cuanto antes la tercera plaza que ocupa, que es la que da el acceso directo a la Liga de Campeones. Una victoria hoy evitaría tener que estar con la vista puesta en lo que haga o deje de hacer el Villarreal.
Pero al mismo tiempo que el equipo necesita ganar, en el plano personal para Unai Emery también se hace imprescindible la victoria. Como en los últimos meses el Valencia ha tenido resultados de baile, 'dos pasitos p'alante y uno p'atrás', y como Llorente no termina de deshojar la margarita (ayer tuvo tiempo de hacerlo en el AVE, camino de Madrid), persisten las dudas sobre la continuidad del técnico.
Hace diez temporadas la situación era similar. A pesar de que entonces el partido fue a mediados de la temporada, el equipo ofrecía dudas. Como consecuencia de repetidos tropiezos y excesivos empates el Valencia se debatía entre el quinto y el octavo puesto y del mismo modo que ahora, el futuro del entrenador ofrecía dudas.
Antes de jugar el Olímpico, Rafa Benítez tenía un pie fuera del club y en descanso del partido los dos, porque el contundente 2-0. Sin embargo, en la segunda mitad Rufete, por partida doble, e Ilie dieron la vuelta al resultado y de esta forma abrieron el camino hacia la gloria.
En la montaña de Montjuic el Valencia empezó a tejer el título de Liga, que iba a lograr después de 31 años de sequía y Benítez a esculpir con letras de oro su nombre en la historia del club.
Todo lo anterior no quiere decir que una derrota prive al Valencia de la tercera plaza. Pero sí que puede ser determinante para que Unai Emery siga una temporada más.




245.  (Publicado en Las Provincias, 11 de mayo 2011)

Llorente y Doris Day

Detrás del uno va el dos, luego el tres, y así correlativamente. Uno tras otro. Cada cosa tiene su momento. Pero sin pausas, porque el tiempo pasa volando y no lo permite. Aunque a falta de tres jornadas Manolo Llorente sigue deshojando el futuro de Unai («¿Qué prisa tenéis?», replica), la contundente victoria del Valencia sobre la Real Sociedad ha servido para que el equipo certificara la clasificación matemática en la próxima edición de la Champions, y a la vez para echar tierra encima de la humillación que sufrió hace unas semanas ante el Madrid, a la que sucedió la terrible decepción en Pamplona.
El tiempo y los resultados aclaran situaciones y, con puntos de sutura o tiritas, curan las heridas. En Mestalla, en cuatro días, como quien dice, se ha pasado de la inquietud a la tranquilidad. Es lo que ocurrió unas jornadas antes de todo esto, cuando el Valencia enlazó las goleadas al Getafe, Villarreal y Almería después de caer en Mestalla con el Sevilla, de la afrenta en Zaragoza y de la dolorosa derrota en la Champions.
Sucede en todos los órdenes de la vida. Del pánico que desató la central de Fukushima, y de no hablar de otra cosa, estos días se repiten los interrogantes sobre la suerte del terrorista Bin Laden (¿o dudamos también de que en 1969 el hombre pisó la Luna?). La única excepción que confirma la regla aparece en la clase política, porque ahí, con elecciones o sin elecciones a la vista, nada cambia: los únicos argumentos son las descalificaciones de los ponentes.
Pero en general cada cosa tiene su momento. A tres jornadas para el final de la Liga, la imagen de Llorente, con una escuálida margarita sin apenas pétalos en la mano, viene a decir que como ya ¿nos hemos olvidado? de los Barcelona-Madrid, deberíamos echar la vista hacia la parte baja de la tabla para ver quienes acompañan al Almería en su tránsito a Segunda. Pero, ¿y el Valencia? Pues seguro que Manolo se acuerda de aquella entrañable melodía que popularizó Doris Day: '¡Qué será, será!


244. (Publicado en Las Provincias, el 9 de mayo de 2011)

30/5/11

Ignacio Eizaguirre

Miguel Ángel Bossio

6/5/11

Las cosas, claras

El movimiento se demuestra andando y aunque el futuro de Unai se encuentra en vía muerta, como el de César (el de Albelda y Vicente parece claro: uno seguirá y el otro no), la secretaría técnica del Valencia escarba en los mercados de aquí y de allá para tratar de potenciar la plantilla que en breve volverá a tener un sobrepeso en su nómina.
Rami y demás incorporaciones aparte, habrá que buscar acomodo a los jugadores que no cuentan y a los que no contaron y deben regresar (Nacho González, Sunny, Del Horno, Feghouli, Renan, Fernandes, Michel, Aaron.), así como a los jóvenes del filial Isco y Alcácer, que han despuntado en apariciones esporádicas con el primer equipo.
Con la ampliación de capital coleando, seguramente el Valencia tiene todo atado y bien atado, o le pasa como a uno que yo sé, que le sale mucho la lotería y dispone de suficiente efectivo para fichar, 'desfichar' y lo que sea menester.
Al hablar de refuerzos hay determinadas posiciones no admiten un pero. La defensa y el medio centro creador necesitan más que una mano de pintura. Sin embargo en otras parcelas se echa en falta una explicación. Las cosas, claras, y el chocolate, espeso.
Cuando se desveló el acuerdo con el portero Alves, no me encajaban los números y recurrí a los dedos para contar los guardametas que había en nómina. Uno, dos, tres, cuatro. Guaita, César, Moya y Renan (que, propiedad valencianista, a lo mejor se queda en el Gremio), más el joven del filial, Saúl, siempre a punto.
Estos días (Chori Castro aparte) se habla de otro delantero y vuelve a surgir el nombre de Gameiro, que hace un año fue la alternativa al fichaje de Soldado. Como en el caso del portero, también echo mano de los dedos por si me despisto: Uno, dos, tres, cuatro. Soldado, Aduriz, Jonas, Domínguez y los canteranos Isco y Alcácer.
Las necesidades son las que son y al final se hará lo que se hará, pero desde luego la decisión deberá ir acompañada de una explicación convincente.

243 (Publicado en Las Provincias, 6 de mayo de 2011)






4/5/11

Sin margen de error

Manolo Llorente, sin apenas decir, porque él es parco de palabras, de los que dicen bien poco, no sé si sin querer o queriendo, ha dicho mucho sobre el futuro de Emery. Vayamos por partes. El presidente del Valencia admitió en Pamplona que se le está haciendo larga la temporada. Aunque los días son siempre iguales, pasen despacio o volando, probablemente eso le ocurre a muchos. Son tantos los partidos que, a quien el fútbol no le encandila, a estas alturas el campeonato ya le resulta algo empalagoso. Aunque, a lo mejor, en lo cargante ha influido más que nada la reiteración de los Barça-Madrid y viceversa, y todo lo que ajeno al desarrollo del juego les ha rodeado, que ha sido mucho. Ya me entienden.
Minutos después de la decepción en el Reyno de Navarra, cuando Mónica le puso delante el micrófono, el presidente afirmó eso de que tiene ganas de que se acabe la Liga, una frase a la que se puede dar la lectura de que el dirigente está deseoso de hacer borrón y cuenta nueva, porque además añadió que el equipo tiene mucho que mejorar.
¿Mejorar, ahora? ¡Ahí le duele! Quedan cuatro jornadas para que termine la competición y que el presidente diga eso de que el equipo «tiene mucho que mejorar», pues, la verdad, ¿qué quieren que les diga?
Siendo que el Valencia continúa situado en la tercera plaza, con ventaja de cuatro puntos sobre su perseguidor (tres más la diferencia de goles), ¿qué trata de Manolo decir con esa crítica? Induce a pensar que no tiene las ideas muy claras respecto a la continuidad de Unai. O, dicho de otra manera, que las tiene demasiado claras.
La realidad dice que del mismo modo que a Unai ya no le queda margen de error, porque otra cosa que no sea acabar la competición en la tercera plaza ahora mismo habría que calificarlo de fracaso, el presidente tampoco puede descuidarse a la hora de conjugar el verbo decidir. Para evitar que la grada de Mestalla mire hacia el palco, ha de acertar sí o sí.

242 (Publicado en Las Provincias, 4 de mayo de 2011)






Darío Luis Felman

2/5/11

Trajes y modas

La moda siempre marca tendencias y estos últimos días se ha hablado de trajes más que nunca. Aparte de que como con la primavera llegaron las rebajas y se suceden las ofertas en los escaparates de todas las tiendas del ramo, la boda real del príncipe Guillermo ha elevado las pasarelas a los altares. Es la moda, aunque en política lo de los trajes toma un cariz especial. En este sector existe enorme preocupación. A los de una acera les inquieta lo que puedan determinar los tribunales por lucir palmito, y los de la otra lo que diga el pueblo, porque se ha visto que el traje que llevan les viene grande. -- En deporte, y en Valencia, también se ha hablado de trajes. Hace unos días fue del set que el Real Madrid le hizo a los de Unai, y ahora de la decepcionante imagen que ayer ofreció el equipo en Pamplona, que se quedó en camiseta... -- Si a Emery le pica biela el motor en este final liguero y al final del partido en el Reyno de Navarra diría algo así como 'tierra trágame' (aunque debería haber dicho otra cosa), el presidente también dejó muy clara su decepción cuando aseguró que la Liga se le está haciendo muy larga. Bueno, a Llorente no sólo se le hace larga la Liga. La venta de las parcelas del viejo Mestalla, convertida en su asignatura pendiente, también se le eterniza. -- El dirigente viajó a Pamplona escoltado por su plana mayor, esperanzado en que su equipo iba a conseguir una victoria que le mantuviera con suficiente colchón sobre un Villarreal que poco antes había ganado al Getafe. Pero la indolencia de los futbolistas (¿dispararon entre los palos? es que no lo recuerdo) hizo que se quedara con tres palmos de narices. -- La formación inicial que presentó Unai era, como suele decirse, de 'amarrategui'. Sólo con ver que ante un colista optó por dos mediocentros de corte defensivo para arropar al mismo cuarteto que lloró ante el Madrid. Ayer, día de la Madre, los jugadores acabaron siendo eso, unas madres. Así, no. Para ese acontecimiento no hacía falta traje.

241. (Publicado en Las Provincias, 2 de mayo de 2011)